BUENOS DIAS VERACRUZ
Por: David Varona Fuentes
8 de julio de 2010
Por todos los pasillos de palacio de gobierno, retumba y se escucha el eco de una misma interrogante…
¿Quiénes traicionaron a Javier Duarte el 4 de julio, llevando votos a candidatos de otros partidos políticos?
La lista de presuntos es larga y copiosa, entre los cuales destacan funcionarios estatales de primer nivel en la administración Fidelista…
¿Acaso Reynaldo Escobar Pérez, secretario general de Gobierno; Jorge Carvallo Delfín,, dirigente estatal del PRI; Ranulfo Márquez Hernández, titular de SEDESMA;al Cp. Gonzalo Morgado alias el capitán chanclas, diputado Tomás Carrillo, Felipe Amadeo Flores Espinosa, diputado federal y dueño del membrete Vía Veracruzana; Adolfo Mota Hernández, ex diputado federal por Coatepec; José Yunes Zorrilla, diputado federal, y Jon Rementería, alcalde de Veracruz, entre otros.
Todos los arriba mencionados tuvieron, en sus días permitidos para hacerlo, una función política qué desarrollar en los días previos a los comicios del pasado domingo, y que garantizaban a Duarte, el carro casi completo el 4 de Julio.
En efecto, los operadores del PRI entregaron a Duarte el carro casi completo, sólo que éste fue de deudas y de rotundos fracasos electorales de las diputaciones locales en 16 distritos electorales y en más de 130 municipios.
El hecho que Duarte perdiera en municipios jamás imaginados, tiene muchas lecturas…
Pero la principal es que los enemigos de Javier Duarte, cobraron facturas pendientes al cordobés.
Su candidatura al gobierno de Veracruz no se dio en medio de manteles largos, fanfarrias y mariachis, ni con la aprobación de toda la clase política estatal.
Al contrario, el nombramiento de Duarte como candidato del PRI, causó molestia, rabia e indignación en identificados priístas que también buscaban el abanderamiento tricolor para obtener, primero la candidatura y luego, con los votos, la gubernatura.
Por ejemplo…
Reynaco Escobar, siempre vociferó tener en la bolsa la nominación priísta; con el viejo cuento de que él hizo ganar a Fidel la gubernatura en 2004, siempre trató de sobornarlo. Cuando vio que el “bueno era Duarte, hizo pública sus aspiraciones de volver a ser alcalde de Xalapa; luego diputado local, y como Fidel no se prestó al chantaje, no le quedó otra opción que filtrar entre sus voceros oficiales jarochos que sería Procurador de Justicia del estado.
Pero nada le cuajó al tío de los Pipos, el gobernador le ordenó cerrar la boca y continuar en la Secretaría de Gobierno; su molestia fue más que evidente al paso de los días.
Quienes conocen a Escobar Pérez, aseguran que el funcionario estatal es hombre de rencores; es de los que entierran la daga por la espalda en los momentos menos esperados. La elección del 4 de Julio, pudo haber sido el ideal para cobrar venganza, induciendo a los xalapeños a votar en contra de Duarte.
Lo mismo pudo haber ocurrido con otros priístas iracundos como los Yunes, Pepe y Héctor, el joven Adolfo Mota, el que por órdenes del capitán de meseros Alejandro Montano, le escondía los zapatos al candidato Fidel Herrera en la campaña de 2004, y con Ranulfo Márquez, alias el “Cara de Lata” para sus amigos íntimos, que no perdonan a Duarte haberlos dejado a la orilla del río en el proceso selectivo del candidato a gobernador.
Todos los desplazados, juraron sumarse a la campaña de Duarte a regañadientos del gobernador Herrera.
Sin embargo, su actuación como promotores del voto a favor de Javier, ha dejado sembradas muchas dudas, porque tal parece que operaron pero en contra del candidato a la gubernatura.
Como dicen, palo dado ni Dios lo quita.
Pero bien haría Javier Duarte en desconfiar de todos los que hoy se le acercan a rendirle tributos.
Muchos de esos traidores, podrían ahora, estar surtiendo, llevando o vendiendo información al adversario.
Para detectarlos, bien haría Javier en hacer su lista de sospechosos, donde es seguro aparecen troyas y tiranos.
¿O usted qué opina?
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