BUENOS DIAS VERACRUZ
Por: David Varona Fuentes
9 de julio de 2010
Urgente una purga en el PRI veracruzano.
Debe salir, expulsarse, toda la porquería acumulada, que tanto daño causó a la campaña de Javier Duarte.
Después del 4 de Julio, los focos de alerta en el tricolor se han encendido a lo máximo de su capacidad.
No hay mañana para el Partido Revolucionario Institucional, su transformación política y social es hoy.
Nada puede seguir siendo igual en el PRI de Veracruz después de la amarga experiencia político-electoral del domingo pasado.
Y no es para menos…
Javier Duarte ganó la gubernatura, pero no con los pronósticos abismales de votos a su favor. 200 mil o 300 mil sufragios de sufragios de diferencia, que eran los esperados el 4 de julio, tendrían hoy al candidato muerto de risa.
Pero no fue así, 84 mil 575 votos marcan el triunfo de Duarte y la derrota del neopanista Yunes Linares.
Se perdieron 10 diputaciones y 128 alcaldías; 94 quedaron en manos del PAN y 34 en poder del PRD-PT-Convergencia; para el PRI sólo 84, y todavía con riesgo de que la cifra disminuya por aquello del voto por coto, casilla por casilla, que se realizarán en algunos municipios entrampados en el recuento de los sufragios.
Es dura la realidad, pero debe aceptarse; la oposición aumentó sus escaños en el Congreso local y triplicó el número de ayuntamientos bajo su poder.
El mexiquense Jorge Carvallo delfín, presidente del CED del PRI, debe sumir la cabeza avergonzado cada vez que vea al gobernador Fidel Herrera o a Javier Duarte.
Convirtió la selección de candidatos a diputados y alcaldes en un cochinero, y los resultados electorales terminaron siendo desastrosos para el PRI y su candidato a gobernador.
Fidel como líder máximo del priísmo estatal y Duarte en su calidad de candidato a gobernador, confiaron en Carvallo, en los sectores activos del PRI, en los hombres y mujeres de su partido, y por poco se llevan las sorpresas de su vida.
Javier tenía todo para ganar la contienda a gobernador por arriba del millón 400 mil votos, y evitar ese tortuoso trámite burocrático del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que finalmente termina confirmando los resultados que liberan las instituciones electoral de cada una de las entidades estatales.
Pero se aparecieron los demonios y compraron la conciencia de todos los priístas y expriístas resentidos, visibles y ocultos, que no consiguieron convertirse en candidatos a diputados y alcaldes, y en venganza se fueron al partido de enfrente
Lo sucedido en la contienda electoral del 4 de Julio, evidenció que el Partido Revolucionario Institucional atraviesa por una podredumbre entre sus propios actores políticos, una parálisis política de sus sectores, y
Al gobernador Fidel Herrera ni al candidato ganador de la gubernatura, Javier Duarte, deben temblarle las manos para emprender sin miramientos implacable cacería de todos los priístas que traicionaron a su partido en estas elecciones locales.
Por los planes futuros del gobernador Herrera, el PRI de Veracruz debe abrir las compuertas para retomar su declaración de principios, convirtiéndose otra vez en el partido vanguardista, de lucha, que abandera las causas de la justicia social.
No más un partido de aplaudidores que apuestan al clientelismo político, o de jóvenes improvisados en política cuyos únicos méritos son el barberismo y la adulación.
No más organizaciones fantasmas como el Movimiento Territorial, la Fundación Colosio, la CNOP, la CNC y los sectores obreros, que nada, absolutamente nada aportaron a Javier Duarte este 4 de Julio.
En suma…
No más un PRI veracruzano manejado y operado por una runfla de oportunistas y pendejos.
Fidel y Duarte, tienen la palabra.
¿O usted qué opina?
Por: David Varona Fuentes
9 de julio de 2010
Urgente una purga en el PRI veracruzano.
Debe salir, expulsarse, toda la porquería acumulada, que tanto daño causó a la campaña de Javier Duarte.
Después del 4 de Julio, los focos de alerta en el tricolor se han encendido a lo máximo de su capacidad.
No hay mañana para el Partido Revolucionario Institucional, su transformación política y social es hoy.
Nada puede seguir siendo igual en el PRI de Veracruz después de la amarga experiencia político-electoral del domingo pasado.
Y no es para menos…
Javier Duarte ganó la gubernatura, pero no con los pronósticos abismales de votos a su favor. 200 mil o 300 mil sufragios de sufragios de diferencia, que eran los esperados el 4 de julio, tendrían hoy al candidato muerto de risa.
Pero no fue así, 84 mil 575 votos marcan el triunfo de Duarte y la derrota del neopanista Yunes Linares.
Se perdieron 10 diputaciones y 128 alcaldías; 94 quedaron en manos del PAN y 34 en poder del PRD-PT-Convergencia; para el PRI sólo 84, y todavía con riesgo de que la cifra disminuya por aquello del voto por coto, casilla por casilla, que se realizarán en algunos municipios entrampados en el recuento de los sufragios.
Es dura la realidad, pero debe aceptarse; la oposición aumentó sus escaños en el Congreso local y triplicó el número de ayuntamientos bajo su poder.
El mexiquense Jorge Carvallo delfín, presidente del CED del PRI, debe sumir la cabeza avergonzado cada vez que vea al gobernador Fidel Herrera o a Javier Duarte.
Convirtió la selección de candidatos a diputados y alcaldes en un cochinero, y los resultados electorales terminaron siendo desastrosos para el PRI y su candidato a gobernador.
Fidel como líder máximo del priísmo estatal y Duarte en su calidad de candidato a gobernador, confiaron en Carvallo, en los sectores activos del PRI, en los hombres y mujeres de su partido, y por poco se llevan las sorpresas de su vida.
Javier tenía todo para ganar la contienda a gobernador por arriba del millón 400 mil votos, y evitar ese tortuoso trámite burocrático del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que finalmente termina confirmando los resultados que liberan las instituciones electoral de cada una de las entidades estatales.
Pero se aparecieron los demonios y compraron la conciencia de todos los priístas y expriístas resentidos, visibles y ocultos, que no consiguieron convertirse en candidatos a diputados y alcaldes, y en venganza se fueron al partido de enfrente
Lo sucedido en la contienda electoral del 4 de Julio, evidenció que el Partido Revolucionario Institucional atraviesa por una podredumbre entre sus propios actores políticos, una parálisis política de sus sectores, y
Al gobernador Fidel Herrera ni al candidato ganador de la gubernatura, Javier Duarte, deben temblarle las manos para emprender sin miramientos implacable cacería de todos los priístas que traicionaron a su partido en estas elecciones locales.
Por los planes futuros del gobernador Herrera, el PRI de Veracruz debe abrir las compuertas para retomar su declaración de principios, convirtiéndose otra vez en el partido vanguardista, de lucha, que abandera las causas de la justicia social.
No más un partido de aplaudidores que apuestan al clientelismo político, o de jóvenes improvisados en política cuyos únicos méritos son el barberismo y la adulación.
No más organizaciones fantasmas como el Movimiento Territorial, la Fundación Colosio, la CNOP, la CNC y los sectores obreros, que nada, absolutamente nada aportaron a Javier Duarte este 4 de Julio.
En suma…
No más un PRI veracruzano manejado y operado por una runfla de oportunistas y pendejos.
Fidel y Duarte, tienen la palabra.
¿O usted qué opina?
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