Fidel y Mouriño, los grandes simuladores.
El funcionario federal arriba a su destino programado en su avión oficial; lo recibe el gobernador de Veracruz; se funden en abrazo institucional; bromean y sonríen, y parten al lugar de la tragedia en turno.
Recorren juntos las zonas devastadas por las lluvias; ven la desgracia de la gente que lo perdió todo; conocen de niños inocentes, mujeres embarazadas y de ancianos enfermos que duermen tirados en los pisos de los albergues, sin haberse llevado siquiera, un pedazo de pan o un vaso de agua a la boca durante el día.
Caminan por la zona de desastre; escuchan historias desgarradoras de lamentos; reciben peticiones de ayuda mojadas de llanto, dolor y lágrimas, y los dos, poniendo cara de tristeza y fingiendo sentir el dolor ajeno en sus entrañas, prometen y dan, otra vez, esperanzas de saliva.
Presiden reuniones con alcaldes de municipios afectados, agentes municipales, comisariados ejidales, ganaderos y campesinos; hablan, señalan, opinan, suman, restan, quitan, ponen, y finalmente terminan reconstruyendo Veracruz… pero en su imaginación.
Bajo esa mecánica de “trabajo” transcurrieron las visitas que a tierras veracruzanas vapuleadas por fenómenos naturales ha realizado el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, con la encomienda calderonista de constatar y confirmar la verdadera magnitud de los daños, o en su defecto, desechar la clasificación de “zona de desastre” por tratarse sólo de estrategias Fidelistas amañadas para chingarse el dinero del FONDEN, como dicen hacían con Fox.
Así sucedió con la visita que el 12 de julio pasado hizo Mouriño a la zona norte del estado que había sufrido la peor inundación de los últimos 50 años, según dijeron los expertos de Protección Civil estatal en sus “peticiones de desastre” a la Secretaría de Gobernación.
En aquella reunión nocturna en la sede de la Asociación Ganadera local de Poza Rica, Juan Camilo y su aliado político el gobernador de Veracruz, en medio de acusaciones mutuas, posiblemente pactadas, prometieron “atender de inmediato a todos los damnificados de las lluvias”.
Micrófono en mano el joven responsable de la política interna del país, defendió a la federación de los ataques Fidelistas que acusaba de “negarle el apoyo a los veracruzanos en desgracia”, y sacando a relucir viejos trapitos sucios del gobierno del estado, Juan Camilo recordó al gobernador que los “recursos que entrega el FONDEN a las entidades, son para ejecutarlos en beneficio de los afectados”.
También dejó en claro que el “FONDEN asigna los recursos, no los licita ni ejecuta”, en clara alusión a los malos manejos que, se presume, ha cometido el gobierno que late con fuerza.
Aseguró Mouriño esa noche en Poza Rica que “había dos mil millones de pesos asignados al FONDEN esperando ser ejecutados por el gobierno de Veracruz en atención a desastres naturales sufridos”. Prometió que en dos días volvería a reunirse con Fidel Herrera para “destrabar” esos recursos.
A casi noventa días de aquellas promesas, los damnificados siguen esperando la llegada de los apoyos federales, o de esa partida presupuestal emergente del gobierno estatal, llamada ”Fondo Veracruz”, del que se hablan maravillas, pero del que nadie conoce obras de caridad o beneficios entregados.
La misma historia se repitió el lunes en el devastado sur de la entidad. Llegó Mouriño, se reunió con el ejecutivo estatal y “prometió” aumentar el número de municipios en desastre, que hasta el domingo regateaba, al sólo aceptar a ocho de los 85 que pedían Fidel y Ranulfo, el cómplice.
En suma, el enviado calderonista vio, habló, prometió, y se fue.
Para “consuelo” de los afectados, el gobernador Herrera Beltrán dice que echará mano de 80 millones de pesos de ese tesoro escondido, para reponerle a los damnificados los enseres domésticos perdidos.
Pero por favor, piden quienes le conocen sus mañas, que ya no comisione otra vez a conocido subsecretario para entregar el efectivo o en la compra de las estufas, colchones, comedores y las cacerolas de cocina que el agua se llevó, porque cuentan que, bien se queda con la mitad del billete, o altera los precios de los artículos. “Y así, pues nos toca a menos”, dijeron alguna ocasión habitantes de la región de Juan Díaz Cobarrubias, municipio de Hueyapan de Ocampo, afectados por el desbordamiento de los ríos que confluyen en aquella zona.
Cosas de los desastres naturales… tragedia para las mayorías, negocios para unos cuantos.
Si no fuera por la grandeza y unidad de nuestro noble pueblo veracruzano que hace suyo el sufrimiento de los demás, qué sería de los hermanos en desgracia.
Porque de saliva me chingo un plato.
¿O usted qué opina?
El funcionario federal arriba a su destino programado en su avión oficial; lo recibe el gobernador de Veracruz; se funden en abrazo institucional; bromean y sonríen, y parten al lugar de la tragedia en turno.
Recorren juntos las zonas devastadas por las lluvias; ven la desgracia de la gente que lo perdió todo; conocen de niños inocentes, mujeres embarazadas y de ancianos enfermos que duermen tirados en los pisos de los albergues, sin haberse llevado siquiera, un pedazo de pan o un vaso de agua a la boca durante el día.
Caminan por la zona de desastre; escuchan historias desgarradoras de lamentos; reciben peticiones de ayuda mojadas de llanto, dolor y lágrimas, y los dos, poniendo cara de tristeza y fingiendo sentir el dolor ajeno en sus entrañas, prometen y dan, otra vez, esperanzas de saliva.
Presiden reuniones con alcaldes de municipios afectados, agentes municipales, comisariados ejidales, ganaderos y campesinos; hablan, señalan, opinan, suman, restan, quitan, ponen, y finalmente terminan reconstruyendo Veracruz… pero en su imaginación.
Bajo esa mecánica de “trabajo” transcurrieron las visitas que a tierras veracruzanas vapuleadas por fenómenos naturales ha realizado el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño, con la encomienda calderonista de constatar y confirmar la verdadera magnitud de los daños, o en su defecto, desechar la clasificación de “zona de desastre” por tratarse sólo de estrategias Fidelistas amañadas para chingarse el dinero del FONDEN, como dicen hacían con Fox.
Así sucedió con la visita que el 12 de julio pasado hizo Mouriño a la zona norte del estado que había sufrido la peor inundación de los últimos 50 años, según dijeron los expertos de Protección Civil estatal en sus “peticiones de desastre” a la Secretaría de Gobernación.
En aquella reunión nocturna en la sede de la Asociación Ganadera local de Poza Rica, Juan Camilo y su aliado político el gobernador de Veracruz, en medio de acusaciones mutuas, posiblemente pactadas, prometieron “atender de inmediato a todos los damnificados de las lluvias”.
Micrófono en mano el joven responsable de la política interna del país, defendió a la federación de los ataques Fidelistas que acusaba de “negarle el apoyo a los veracruzanos en desgracia”, y sacando a relucir viejos trapitos sucios del gobierno del estado, Juan Camilo recordó al gobernador que los “recursos que entrega el FONDEN a las entidades, son para ejecutarlos en beneficio de los afectados”.
También dejó en claro que el “FONDEN asigna los recursos, no los licita ni ejecuta”, en clara alusión a los malos manejos que, se presume, ha cometido el gobierno que late con fuerza.
Aseguró Mouriño esa noche en Poza Rica que “había dos mil millones de pesos asignados al FONDEN esperando ser ejecutados por el gobierno de Veracruz en atención a desastres naturales sufridos”. Prometió que en dos días volvería a reunirse con Fidel Herrera para “destrabar” esos recursos.
A casi noventa días de aquellas promesas, los damnificados siguen esperando la llegada de los apoyos federales, o de esa partida presupuestal emergente del gobierno estatal, llamada ”Fondo Veracruz”, del que se hablan maravillas, pero del que nadie conoce obras de caridad o beneficios entregados.
La misma historia se repitió el lunes en el devastado sur de la entidad. Llegó Mouriño, se reunió con el ejecutivo estatal y “prometió” aumentar el número de municipios en desastre, que hasta el domingo regateaba, al sólo aceptar a ocho de los 85 que pedían Fidel y Ranulfo, el cómplice.
En suma, el enviado calderonista vio, habló, prometió, y se fue.
Para “consuelo” de los afectados, el gobernador Herrera Beltrán dice que echará mano de 80 millones de pesos de ese tesoro escondido, para reponerle a los damnificados los enseres domésticos perdidos.
Pero por favor, piden quienes le conocen sus mañas, que ya no comisione otra vez a conocido subsecretario para entregar el efectivo o en la compra de las estufas, colchones, comedores y las cacerolas de cocina que el agua se llevó, porque cuentan que, bien se queda con la mitad del billete, o altera los precios de los artículos. “Y así, pues nos toca a menos”, dijeron alguna ocasión habitantes de la región de Juan Díaz Cobarrubias, municipio de Hueyapan de Ocampo, afectados por el desbordamiento de los ríos que confluyen en aquella zona.
Cosas de los desastres naturales… tragedia para las mayorías, negocios para unos cuantos.
Si no fuera por la grandeza y unidad de nuestro noble pueblo veracruzano que hace suyo el sufrimiento de los demás, qué sería de los hermanos en desgracia.
Porque de saliva me chingo un plato.
¿O usted qué opina?