Suman ocho años de mediocridad, corrupción y escándalos.
Felipe Calderón recibió una herencia maldita de su compañero de partido Vicente Fox, el hombre de las botas al que le quedó muy grande la presidencia de la república.
Acostumbrado toda su vida a ser un simple empleado que recibía órdenes, al de Guanajuato se le fue el control del país, permitiendo que todos, empezando por los hijos de Marthita, le metieran mano al cajón.
Muy por aparte del dudoso resultado electoral de julio de 2006, don Felipe encontró una nación dividida y decepcionada del sexenio foxista.
Y a casi dos años de su asunción, el presidente Calderón se encuentra en el filo de la navaja, haciendo que gobierna, cuando el país se ahoga en medio de ríos de sangre, producto de la ola delictiva que lo invade.
El pueblo mexicano no está para bollos.
Se encuentra sumamente molesto e irritado por tanto maldito aumento a los productos básicos que consume.
Todos los días las amas de casa llegan al mercado o a las tiendas transnacionales, y se llevan la sorpresota que otra vez subieron los víveres indispensables.
Y todo eso le resta credibilidad a las promesas de cambio y beneficios sociales que todos los días millones de mexicanos, escuchan decir en televisión al ejecutivo federal.
Son pendientes que en las elecciones federales del 7 de julio del próximo año, la ciudadanía cobrará muy caro al Partido Acción Nacional.
Si al malestar popular le sumamos los episodios de escándalos que gobernadores y presidentes municipales del PAN han protagonizado teniendo el poder en sus manos, le estaríamos dando la puntilla al instituto político orgullo de Gómez Morín.
Al pueblo le calienta que sus gobernantes, sean de cualquier nivel, agarren su dinero como herencia familiar que pueden dilapidar como les venga en gana.
Episodios como el gobernador de Jalisco, Emilio González, que excitado por su fe católica regala al clero limosnas millonarias, o de alcaldes que gastan todo el presupuesto de un año en comprarse una camioneta último modelo, han provocado que el PAN vaya pintando un escenario desastroso para los comicios de 2009.
Al cachorro del presidente, Germán Martínez, también le quedaron grandes los zapatos que le dejó Manuel Espino, en la dirigencia nacional del albiazul.
El tono arrogante y callejero de sus discursos como líder panista, y las decisiones centralistas para seleccionar a sus candidatos, lejos de unificar, va partiendo más la militancia del PAN.
Al amigo y paisano del presidente Calderón sólo le está quedando lo bravo e incendiario de sus palabras, y el tiempo para encontrar estrategias con las que aspire a entregarle buenas cuentas al jefe Felipe, se le agota.
Las últimas encuestas y sondeos de opinión nacionales, van confirmando una real ventaja del Partido Revolucionario Institucional, y como pinta el colorado, para el día de los sufragios federales, la distancia podría ser inalcanzable.
Como referencia puedo mencionar que de las 14 o 15 elecciones más recientes en el país, en por lo menos 10, el PRI se llevó carro completo, tanto en los congresos locales como en las alcaldías.
Con esos números electorales a qué le apuestan los panistas en las federales.
Sin dudas que la radiografía política nacional se pintará de rojo, como lo han hecho los estados en sus comicios locales, entre éstos Veracruz, donde la Fidelidad latió con fuerza en septiembre pasado.
Las elecciones intermedias serán el parteaguas del 2012, y aquel gobernador tricolor que se despache con la cuchara grande, tendría condiciones de peso para aspirar con la candidatura presidencial de su partido.
Coincido con los distintos analistas políticos que auguran un desastre electoral para el PAN en 2009, en el que prácticamente estarían entregando en forma anticipada el poder presidencial.
En días pasados, bastante retrasado, Calderón contestó a Beltrones, diciendo que “no gobierno con los cuates”.
Si no es cierta la acusación de Manlio Fabio, quiénes son los que lo están aventando al precipicio cuando apenas lleva recorrido un tercio del camino.
Mientras el futuro inmediato del PAN y su comandante supremo pinta negro y escabroso, el PRI camina en caballo de hacienda rumbo a Los Pinos.
Manuel Aguilera, veracruzano y viejo priísta de mil batallas, pronosticó ayer que Peña Nieto no tiene asegurada la candidatura, entonces…
¿Quién será el jinete?
¿O usted qué opina?
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