Pareciera ser la respuesta que busca el gobierno estatal para entender la ola de protestas en la Plaza Lerdo de Xalapa.
El punto medular de las manifestaciones es causar disturbios en la víspera del Cuarto Informe del mandatario estatal Fidel Herrera.
Históricamente la plazoleta Lerdo es el lugar de los lamentos sociales, de las críticas al gobierno en turno y los recordatorios familiares para funcionarios desleales que no cumplen las órdenes del gobernador.
Es también el sitio ideal donde muchos seudodirigentes usan como carnada humana a colonos y campesinos muriéndose de sed y hambre, con la ambición de conseguir prebendas políticas y financieras.
Cada representante de las miles de agrupaciones que existen en el estado, tiene su historial delictivo y se encuentran multimillonarios por tanto medrar con el dolor ajeno.
En el caso exclusivo de Veracruz, esos vivales han enriquecido vendiendo la necesidad de los más jodidos del estado, y las autoridades son en gran parte responsable de sus atracos al darle a manos llenas costales de dinero, dizque porque “apoyan al PRI”.
Los campesinos que vemos en los mítines son gente pobre, que apenas y gana para el pan de cada día, y en realidad tienen grandes y eternas peticiones sin ser atendidas ni resueltas.
Por ello llama la atención cuando los manifestantes procedentes de cualquier parte del estado, arriban a la capital xalapeña trasladados en lujosos y climatizados autobuses que no cobran menos de 50 mil pesos el servicio.
Sería pecar de pendejo creer que el campesino o colono “rompió” el cochinito, sacó sus ahorros y pagó la renta del autobús que lo trajo a Xalapa para sacar pancartas y lanzar impropios frente a palacio de gobierno.
Ese es el caso de Antorcha Campesina y su dirigente estatal Samuel Aguirre Ochoa, que para venir a gritar consignas contra el gobierno Fidelista, se gasta el billete en grande en el alquiler de camiones.
De pronto don Samuel olvida su militancia priísta que tanto dinero le ha dejado con las diputaciones plurinominales, y se convierte en el más crítico del gobernador Fidel Herrera, a quien le demanda seguridad pública y el cumplimiento de sus peticiones de tierra y becas para presuntos hijos de campesinos.
Y no es la primera vez que el exdiputado aparece en la palestra denostando el trabajo del gobierno estatal, sin embargo, cuando está pegado a la ubre del presupuesto sufre de amnesia y guarda silencio.
Para nadie es un secreto el pleito a muerte que Aguirre Ochoa trae con el secretario de Gobierno Reynaldo Escobar, a quien ha señalado de quererlo “lastimar” a través del sopla nucas Dalos Ulises, cuando éste “lo abraza muy fuerte y afecta su columna”.
Y quizás sus manifestaciones sean mensajes para don Gaudencio, el hombre que usa gafas negras para despistar al crimen organizado que le sigue los pasos.
El ruido de Antorcha Campesina en Xalapa, es producto de la desesperación económica por la que debe atravesar su dirigente, no por carecer de dinero, sino porque busca fondos para mantener la organización, que desde luego no sacará de su bolsillo.
Y al parecer, ya encontró el padrino que lo financie, a cambio de desquiciar la capital del estado en horas previas al Informe de Gobierno.
Se sabe que la mano que mece la cuna se encuentra en la delegación de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en respuesta a la andanada de señalamientos en su contra por no invertir en Veracruz el dinero que le da la federación.
Y no sería extraño que el antorchista recibiera dádivas del panismo.
Aseguran que su pasado está ligado con el desaparecido José Luis Santiago Vasconcelos, exfiscal antidrogas de la PGR, muerto en el avionazo donde también pereciera el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño.
Samuel Aguirre, se decía protegido de Santiago Vasconcelos.
¿Qué negocios tenía con el exfuncionario federal?
Lo cierto es que el dueño del membrete Antorcha Campesina en el estado, viaja en camionetas de súper lujo, todas blindadas.
¿A qué le teme?
¿O usted qué opina?
El punto medular de las manifestaciones es causar disturbios en la víspera del Cuarto Informe del mandatario estatal Fidel Herrera.
Históricamente la plazoleta Lerdo es el lugar de los lamentos sociales, de las críticas al gobierno en turno y los recordatorios familiares para funcionarios desleales que no cumplen las órdenes del gobernador.
Es también el sitio ideal donde muchos seudodirigentes usan como carnada humana a colonos y campesinos muriéndose de sed y hambre, con la ambición de conseguir prebendas políticas y financieras.
Cada representante de las miles de agrupaciones que existen en el estado, tiene su historial delictivo y se encuentran multimillonarios por tanto medrar con el dolor ajeno.
En el caso exclusivo de Veracruz, esos vivales han enriquecido vendiendo la necesidad de los más jodidos del estado, y las autoridades son en gran parte responsable de sus atracos al darle a manos llenas costales de dinero, dizque porque “apoyan al PRI”.
Los campesinos que vemos en los mítines son gente pobre, que apenas y gana para el pan de cada día, y en realidad tienen grandes y eternas peticiones sin ser atendidas ni resueltas.
Por ello llama la atención cuando los manifestantes procedentes de cualquier parte del estado, arriban a la capital xalapeña trasladados en lujosos y climatizados autobuses que no cobran menos de 50 mil pesos el servicio.
Sería pecar de pendejo creer que el campesino o colono “rompió” el cochinito, sacó sus ahorros y pagó la renta del autobús que lo trajo a Xalapa para sacar pancartas y lanzar impropios frente a palacio de gobierno.
Ese es el caso de Antorcha Campesina y su dirigente estatal Samuel Aguirre Ochoa, que para venir a gritar consignas contra el gobierno Fidelista, se gasta el billete en grande en el alquiler de camiones.
De pronto don Samuel olvida su militancia priísta que tanto dinero le ha dejado con las diputaciones plurinominales, y se convierte en el más crítico del gobernador Fidel Herrera, a quien le demanda seguridad pública y el cumplimiento de sus peticiones de tierra y becas para presuntos hijos de campesinos.
Y no es la primera vez que el exdiputado aparece en la palestra denostando el trabajo del gobierno estatal, sin embargo, cuando está pegado a la ubre del presupuesto sufre de amnesia y guarda silencio.
Para nadie es un secreto el pleito a muerte que Aguirre Ochoa trae con el secretario de Gobierno Reynaldo Escobar, a quien ha señalado de quererlo “lastimar” a través del sopla nucas Dalos Ulises, cuando éste “lo abraza muy fuerte y afecta su columna”.
Y quizás sus manifestaciones sean mensajes para don Gaudencio, el hombre que usa gafas negras para despistar al crimen organizado que le sigue los pasos.
El ruido de Antorcha Campesina en Xalapa, es producto de la desesperación económica por la que debe atravesar su dirigente, no por carecer de dinero, sino porque busca fondos para mantener la organización, que desde luego no sacará de su bolsillo.
Y al parecer, ya encontró el padrino que lo financie, a cambio de desquiciar la capital del estado en horas previas al Informe de Gobierno.
Se sabe que la mano que mece la cuna se encuentra en la delegación de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en respuesta a la andanada de señalamientos en su contra por no invertir en Veracruz el dinero que le da la federación.
Y no sería extraño que el antorchista recibiera dádivas del panismo.
Aseguran que su pasado está ligado con el desaparecido José Luis Santiago Vasconcelos, exfiscal antidrogas de la PGR, muerto en el avionazo donde también pereciera el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño.
Samuel Aguirre, se decía protegido de Santiago Vasconcelos.
¿Qué negocios tenía con el exfuncionario federal?
Lo cierto es que el dueño del membrete Antorcha Campesina en el estado, viaja en camionetas de súper lujo, todas blindadas.
¿A qué le teme?
¿O usted qué opina?
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