Muchos connotados empresarios como el libanés Carlos Slim, aprovechando los privilegios ofrecidos, decidieron venir a probar suerte al estado que late con fuerza.
Y vaya que les ha ido de maravillas.
Tan solo en el tramo carretero Kilómetro 13 y medio, que comunica en forma directa a la zona portuaria de la ciudad de Veracruz, compraron diversas extensiones de terrenos a precios de ganga, en los que proyectan edificar conjuntos residenciales, hoteles, centros comerciales, y una gama de negocios exclusivos para los pudientes de este país.
Con la puesta en operación de la ruta especial a los muelles portuarios, cada hectárea de tierra alcanzó la plusvalía esperada por los vivales que idearon la construcción del kilómetro 13.5; se habla de hasta 50 millones de pesos la hectárea, cuando el precio de compra no rebasó los 500 mil pesos.
Sin lugar a dudas, todo un exitazo millonario para los hombres del dinero, que han enriquecido gracias a ese favoritismo que reciben del gobernante en turno, que dice hacerlo por “generar fuentes de empleos”.
Pero también fue un negociazo para panistas y priístas en el poder, que simularon transacciones de compra a nombre de terceros.
La superficie de tierra en la que se construyó el kilómetro 13.5, formaba parte de una extensa zona de áreas verdes protegida por decreto presidencial, pero a la autoridad municipal encabezada, en ese entonces, por el panista Francisco Ávila Camberos, con la anuencia y complicidad del gobierno de Miguel Alemán Velasco, no le importó partirle el alma a ese gran pulmón de la ciudad.
Motivados por la ambición, los integrantes de la comuna porteña violentaron la ley “cambiándole el uso de suelo” al vasto terreno; argumentaron que fue decisión unánime de cabildo, pero misteriosamente el documento signado para tal fin, desapareció y no existe en el archivo de actas del Ayuntamiento (1998-2000).
Y como en Veracruz, no pasa nada, dice don Reynaldo Escobar, los políticos confabulados en el atraco de esas tierras, creen tener las perlas de la Vírgen en cada hectárea que se chingaron.
Los que no se conforman son los dueños del dinero que fueron invitados a traer inversiones frescas al estado.
Ya están obteniendo millonarias ganancias a través de sus empresas instaladas en los principales puertos de la entidad; quieren más.
Ahora van en busca de cotos de poder político, al precio que sea, pero no con quien sea.
Han decidido apostarle a la sucesión del gobierno de Veracruz en el 2010, y aseguran tener el nombre de sus “gallos”, dos por si a uno, su partido al que pertenece, lo deja en el camino.
Trabajan y mueven sus hilos de poder; consideran que en México no hay gobernante que resista a sus peticiones por el cúmulo de favores monetarios recibidos en temporadas de campañas.
Por el momento son dos los magnates de las finanzas, dueños de bancos y medios de comunicación, a los que ya se les metió en la cabeza influir en el proceso de relevo gubernamental en Veracruz para el 2010.
Fueron invitados especiales en el avión del presidente Calderón en su reciente gira de trabajo por países de Sudamérica, donde por cierto también iba el principal de los precandidatos del PAN al gobierno estatal.
Y por el lado del partido de la generala Beatriz Paredes… cosas de la casualidad.
Los empresarios interesados en el futuro político del estado, coinciden con el alto mando del tricolor en el nombre de quien, según ellos, tendrá que ser el candidato del PRI, y advirtieron que por dinero, “no perderán la nominación”.
¿Alguien dice ésta boca es mía?
Sin embargo, hay un pelo que echa a perder la sopa de los dueños del dinero…
Su “gallo”, por parte del Revolucionario Institucional, se encuentra triste, inconsolable y con sus alas rotas, por el trato recibido el pasado 15 de noviembre en la Casa Veracruz, donde había sido invitado a compartir el pan y la sal con el gobernador.
Le recordaron sus agravios cometidos en el 2004; y de aquí al 2010, serán su pesadilla.
¿O usted qué opina?
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