martes, 5 de octubre de 2010

GRANDIOSA LA RESPUESTA CIUDADANA

BUENOS DIAS VERACRUZ



Por: David Varona Fuentes
5 de octubre de 2010

Tiempos de ayudar en Veracruz.
Más de un millón de veracruzanos continúan padeciendo los efectos de la peor catástrofe provocada por fenómenos de la naturaleza.
Incomunicados en alguna parte de las zonas afectadas por Karl o Matthew, olvidados o atendidos con ayuda oficial por la autoridad correspondiente, cada damnificado tiene una historia qué contar de su tragedia, de su dolor, de los momentos más dramáticos de su existencia jamás vividos.
Sobrevivientes de la más grande devastación material en la historia de Veracruz, que incluye desaparecidos y pérdidas humanas qué lamentar, cientos de miles de afectados que lo perdieron todo, que en cuestión de minutos se quedaron sin nada, enfrentan ahora el viacrucis de la supervivencia.
Subsistiendo en improvisados albergues masivos donde escasean agua, alimentos y ropa, ancianos, mujeres y niños, siguen todavía sin poder creer la desgracia que les cayó encima a causa del Huracán Karl y la Tormenta Tropical Matthew.
Sollozos incontrolables de impotencia, dolor y tristeza, no dejan de escucharse mañana, tarde y noche en los refugios instalados por el gobierno de Veracruz y el DIF estatal de doña Rosita Borunda, quien no ha parado de suplicar apoyos en especie y económicos para quienes hoy necesitan de todos.
En estas largas semanas de contingencia, titánica e incansable han sido las acciones de apoyo y coordinación del gobernador Fidel Herrera Beltrán, de su esposa Rosita y su sistema DIF, del equipo de Protección Civil de la eficiente Silvia Domínguez, y de miles de veracruzanos más que se sumaron a la gran tarea de ayudar.
Significativa y fuera de serie ha sido la participación del pueblo veracruzano y de solidarios mexicanos de otras entidades del país, quienes se desbocaron para ayudar a los hermanos en desgracia que lo perdieron todo en las inundaciones de sus hogares, ubicados en fraccionamientos, colonias, rancherías y congregaciones.
Millones de toneladas de víveres, compuestos por alimentos de primera necesidad en su mayoría enlatados y embotellados para su inmediato consumo, son los que día y noche llegan al principal y gigantesco centro de acopio instalado en el World Trade Center de Boca del Río, propiedad del gobierno de Veracruz.
Cientos de estudiantes del puerto jarocho también se han sumado en apoyo a los necesitados; acudiendo en sus horas libres embolsan despensas, reparten la ropa y entregan los alimentos a los damnificados que se encuentran, primero en el WTC, y ahora en el edificio del Club de Leones, procedentes de Tlacotalpan, Cotaxtla y de congregaciones del municipio de La Antigua y de Úrsulo Galván, los cuales fueron severamente golpeados por el paso del Huracán Karl.
Entusiasta y oportuna ha sido la respuesta ciudadana a la emergencia que enfrentan más de un millón de veracruzanos de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río-Medellín-Jamapa, de los municipios de la Cuenca del Papaloapan, de la zona de Los Tuxtlas, de Coatzacoalcos, Minatitlán, Acayucan, Juan Díaz Covarrubias, Isla, Rodríguez Clara, y también del norte de la entidad.
Sinceramente digno de reconocer el esfuerzo de cada veracruzano de escasos recursos por no quedarse sin cooperar siquiera con una botella de agua, un litro de leche, una lata de frijol, de atún o de sardina, una camisa, un pantalón, una falda o una blusa, aunque sean de uso.
Nuestro reconocimiento a quienes viviendo también en la carestía, los que van al día, los que apenas y ganan salario mínimo, pusieron y siguen poniendo su granito de arena para ayudar a quienes hoy necesitan de todos.
Pero yo pregunto:
¿Y dónde están los ricos de Veracruz que no se ven unidos para ayudar?
¿Dónde están, qué han ofrecido los millonarios de la entidad a los damnificados de Karl y Matthew; aquellos magnates, hombres de empresas y contratistas consentidos del gobernante en turno?
Seguro estoy que a los privilegiados del sexenio, les ha costado despojarse de un peso, después de tantos millones que ganaron gracias a la mano amiga que los encumbró.
Para esos miserables en dolor y sentimientos, no son tiempos de ayudar, para ellos siguen siendo tiempos para robarse el dinero de los veracruzanos.
Esos falsos redentores de la lealtad y el agradecimiento, dejaron solo al gobernador Fidel Herrera junto a su pueblo en desgracia.
Pero Fidel, mi amigo, tarde aunque sea tarde, está dándose cuenta quiénes son realmente sus amigos, de ayer, hoy, y siempre.
¿O usted qué opina?

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