El equipo triunfador que llegó a cotizarse en 50 millones de dólares, pretenden venderlo hoy en sólo 30 millones de pesos.
Precio de venta que ha levantado la voz de protesta de los legisladores del Partido Acción Nacionales en el Congreso local.
Qué falta de memoria de los señores legisladores azules.
En forma recalcitrante se opusieron en años anteriores a que el equipo de fútbol fuera vendido en más de 500 millones de pesos, porque según ellos, los tiburones se cotizaban en 700 millones.
Claro, el equipo estaba en primera división, y no importaban los grandes negocios realizados por el empresario taurino Rafael Herrerías, quien obtuvo alrededor de mil millones de pesos como producto de la venta ilegal de las cartas de los jugadores estrellas del tiburón que pertenecían al gobierno del estado.
A principios del año 2005 se corrió la versión que el estado vendería la franquicia del equipo valuado, en ese entonces, en 50 millones de dólares.
Los diputados del PAN controlados por el entonces líder estatal Alejandro el Pipo Vázquez, elevaron su grito al cielo oponiéndose a la venta.
Ahora que el equipo descendió del máximo circuito futbolístico está devaluado, y según dice el gobierno Fidelista, su valor no supera los 30 millones de pesos.
Lo que es motivo de una nueva protesta del grupo legislativo de Acción Nacional en la Cámara de diputados, ahora comandada por el impredecible Pipo Vázquez.
Dicen los diputados panistas que es mejor esperar a que el equipo regrese a la primera división para que alcance una mejor cotización.
No tienen vergüenza los representantes populares del blanquiazul al vociferar tales comentarios.
También olvidan que son los primeros que se oponen a la autorización de partidas presupuestales en apoyo al equipo de fútbol y al deporte en general, por lo que su jalada de “esperar mejores tiempos del tiburón para venderlo, no deja de ser otro engaño”.
Lo cierto de todo es que la presunta venta de los Tiburones Rojos, deja abierto el camino a perversas suspicacias, principalmente por el deseo urgente del estado por deshacerse del equipo.
La negativa institucional de los diputados azules a la venta, es diferente a los intereses malsanos que hay dentro de la operación.
Por un lado se habla que malbaratar el equipo es parte del plan para beneficiar a un alto funcionario del gobierno estatal interesado en quedarse con la franquicia.
Es decir, el acaudalado Fidelista invertiría los 30 millones de pesos en comprar a los charalitos rojos de la primera división A, invertiría los millones que sean necesarios en reforzar la escuadra roja para que en dos años esté de regreso al máximo circuito futbolero del país.
Y así, poder venderlo en los 500 millones de pesos que llegaron a cotizarse, operación que redituaría ganancias millonarias en tan solo 24 meses.
No es para menos tal versión.
No debe olvidarse que la actual administración estatal se ha caracterizado por los grandes negocios que realizan los amigos más cercanos al gobernador.
Ningún Fidelista se ha querido quedar afuera del tráfico de influencias para convertir el poder público en la maquinita hacedora de dinero fácil.
Hasta el cansancio he dado cuenta en este espacio de los traidores del ejemplo que predica el gobernador Fidel Herrera.
Están más que vistos los desleales funcionarios; algunos tuvieron que irse, pero los que navegan con la bandera de pendejos y sumisos, siguen robándose el dinero del pueblo, y por lógica, continúan engañando al mandatario veracruzano.
Fidel sabe quiénes son, sin embargo los aguanta en sus cargos, creemos que se las está guardando y no porque caiga en la complicidad.
Los legisladores de la bancada del Pipo Vázquez seguirán dando dolores de cabeza en el caso de la venta de los Tiburones Rojos.
Don Alejandro es un político que gusta sacarle provecho a todas sus aventuras; quizás extrañe los presuntos150 mil pesos que cada mes recibía del estado por soportar ser parte de aquel famoso pacto político.
¿O usted qué opina?