Es sorprendente el número de enemigos que se ha ganado el gobernador de Veracruz en cuatro años que lleva de su mandato.
Y desde luego, no son los periodistas críticos de su gobierno, a quienes sus “asesores”, tratan de etiquetar como los adversarios de Veracruz.
Los “soplanucas” le han vendido la idea al tío Fide que los reporteros libres y comprometidos con llevarle la verdad a la opinión pública, son los causantes de sus desgracias en el abusivo ejercicio del poder.
Morirán engañados.
Por sus actos Fidel es el único responsable que lo amen o lo odien; lo aclamen o lo abucheen; lo eternicen o lo crucifiquen.
Fidel y nadie mas que él, es quien se ha encargado de ir labrando su propia cruz, y sus enemigos, todo se lo tienen debidamente documentado, como si se trataran de testimoniales certificadas con la fe notarial.
Sus promesas nunca cumplidas; las mentiras de ayer, hoy y siempre; sus agarradas de pendejos.
El joven político agazapado en los cuernos de la luna como gobernante de su estado, por momentos dio señales de quitarse la máscara de mentiroso y farsante que todos conocían.
Antes de su alumbramiento como gobernador, se le veía tan animado al cambio de personalidad y de actitudes, de tal manera que en privado llegó a comentar a la bola de lambiscones que siempre lo rodean, incluidos algunos sedicentes periodistas, que “a partir del 1 de diciembre de 2004 conocerían a un nuevo Fidel Herrera”.
Quienes lo escucharon creyeron que el entonces gobernador electo ejercería el cargo con mano de hierro; que respetaría y haría respetar la ley sin miramientos; que castigaría sin piedad al colaborador deshonesto y desleal; que cumpliría a la cabalidad con todos los acuerdos, y que como servidor público honesto percibiría un salario justo, sólo el necesario para vivir en la medianía.
Sin embargo, el pasado vergonzante que identificaba a Fidel y que decía buscaba reivindicar, finalmente lo atrapó.
Le quedaron muy grandes los zapatos del honor, porque “perro que come huevo jamás la maña abandona”.
Y no es para menos.
A causa de ese encasillado populismo, Fidel ha logrado alcanzar niveles increíbles de antipatía, tanto entre su propia administración como en la sociedad en general.
En las oficinas de palacio de gobierno, en los hogares, las calles, escuelas, comercios y hasta en las cárceles, el nombre del gobernador no es pronunciado con orgullo ni respeto, y no lo sueltan como cabecilla de los malhechores que mantienen asolado a la entidad veracruzana.
Hasta los “niños que no se tocan” en Veracruz, dentro de su sana diversión y porque lo escuchan de sus familiares, ven con gracia referirse al ejecutivo estatal como el jefe de los de la última letra del abecedario.
En el mundo del Internet, para qué meternos, el descrédito contra Fidel y su investidura, es mayor.
Nunca en la historia del Veracruz contemporáneo, un gobernador había sido tratado con tal bajeza, ni tampoco señalado de voz en voz y en forma pública como el cabecilla número uno.
Como también jamás en México, un adolescente de 18 años de edad tuvo antes los pantalones para gritarle “espurio” a un presidente de la república en su propia casa de palacio nacional y ante los medios masivos de información.
Dos ejemplos motivados por la descomposición gubernamental causada por mentir y engañar a la gente, que muestra ya hartazgo por tanta pinche basura en discursos y acciones de gobierno.
En la tierra de la Fidelidad, la rebeldía social por juramentos incumplidos, aún no comienza.
Lo que sí puedo adelantar es que el gobernador Herrera tiene a su lado a sus verdaderos enemigos, y están dispuestos a cobrarse muy caro las ofensa acumuladas.
A la gran mayoría los dejó colgados de la brocha con un chingo de lana invertida en la campaña del 2004, y se duelen de la herida.
Saludan a Fidel y hasta le sonríen, porque le aprendieron aparentar demencia, pero apenas se voltea cruzan sus brazos en señal nada amigable.
¡Justicia divina!
Es la que imploran como castigo para Fidel.
¿Usted qué opina?
Y desde luego, no son los periodistas críticos de su gobierno, a quienes sus “asesores”, tratan de etiquetar como los adversarios de Veracruz.
Los “soplanucas” le han vendido la idea al tío Fide que los reporteros libres y comprometidos con llevarle la verdad a la opinión pública, son los causantes de sus desgracias en el abusivo ejercicio del poder.
Morirán engañados.
Por sus actos Fidel es el único responsable que lo amen o lo odien; lo aclamen o lo abucheen; lo eternicen o lo crucifiquen.
Fidel y nadie mas que él, es quien se ha encargado de ir labrando su propia cruz, y sus enemigos, todo se lo tienen debidamente documentado, como si se trataran de testimoniales certificadas con la fe notarial.
Sus promesas nunca cumplidas; las mentiras de ayer, hoy y siempre; sus agarradas de pendejos.
El joven político agazapado en los cuernos de la luna como gobernante de su estado, por momentos dio señales de quitarse la máscara de mentiroso y farsante que todos conocían.
Antes de su alumbramiento como gobernador, se le veía tan animado al cambio de personalidad y de actitudes, de tal manera que en privado llegó a comentar a la bola de lambiscones que siempre lo rodean, incluidos algunos sedicentes periodistas, que “a partir del 1 de diciembre de 2004 conocerían a un nuevo Fidel Herrera”.
Quienes lo escucharon creyeron que el entonces gobernador electo ejercería el cargo con mano de hierro; que respetaría y haría respetar la ley sin miramientos; que castigaría sin piedad al colaborador deshonesto y desleal; que cumpliría a la cabalidad con todos los acuerdos, y que como servidor público honesto percibiría un salario justo, sólo el necesario para vivir en la medianía.
Sin embargo, el pasado vergonzante que identificaba a Fidel y que decía buscaba reivindicar, finalmente lo atrapó.
Le quedaron muy grandes los zapatos del honor, porque “perro que come huevo jamás la maña abandona”.
Y no es para menos.
A causa de ese encasillado populismo, Fidel ha logrado alcanzar niveles increíbles de antipatía, tanto entre su propia administración como en la sociedad en general.
En las oficinas de palacio de gobierno, en los hogares, las calles, escuelas, comercios y hasta en las cárceles, el nombre del gobernador no es pronunciado con orgullo ni respeto, y no lo sueltan como cabecilla de los malhechores que mantienen asolado a la entidad veracruzana.
Hasta los “niños que no se tocan” en Veracruz, dentro de su sana diversión y porque lo escuchan de sus familiares, ven con gracia referirse al ejecutivo estatal como el jefe de los de la última letra del abecedario.
En el mundo del Internet, para qué meternos, el descrédito contra Fidel y su investidura, es mayor.
Nunca en la historia del Veracruz contemporáneo, un gobernador había sido tratado con tal bajeza, ni tampoco señalado de voz en voz y en forma pública como el cabecilla número uno.
Como también jamás en México, un adolescente de 18 años de edad tuvo antes los pantalones para gritarle “espurio” a un presidente de la república en su propia casa de palacio nacional y ante los medios masivos de información.
Dos ejemplos motivados por la descomposición gubernamental causada por mentir y engañar a la gente, que muestra ya hartazgo por tanta pinche basura en discursos y acciones de gobierno.
En la tierra de la Fidelidad, la rebeldía social por juramentos incumplidos, aún no comienza.
Lo que sí puedo adelantar es que el gobernador Herrera tiene a su lado a sus verdaderos enemigos, y están dispuestos a cobrarse muy caro las ofensa acumuladas.
A la gran mayoría los dejó colgados de la brocha con un chingo de lana invertida en la campaña del 2004, y se duelen de la herida.
Saludan a Fidel y hasta le sonríen, porque le aprendieron aparentar demencia, pero apenas se voltea cruzan sus brazos en señal nada amigable.
¡Justicia divina!
Es la que imploran como castigo para Fidel.
¿Usted qué opina?
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