Para ser escuchados y atendidos por el gobierno Fidelista, conformado por una bien organizada banda juvenil que adolece de los principios básicos del servicio público.
Durante casi cuatro años de la actual administración estatal, la plazoleta Lerdo de la capital jalapeña, ha sido el espejo de la prepotencia, arrogancia y valemadrismo de los funcionarios a los que sólo les importa enriquecerse en el cargo que les confió el gobernador Fidel Herrera.
De acuerdo a lo expresado ayer por el propio líder populuca de la sierra de Soteapan una vez incendiado, tenía meses de solicitar audiencias y de manifestarse frente a palacio de gobierno. Y después de tanto insistir, el lunes firmaría acuerdo con la Secretaría de la Reforma Agraria que pondría fin a viejas demandas de tierras; de último momento la cita en la Subsecretaría del gobierno estatal, canceló el encuentro.
Se trató de un nuevo engaño de la oficina Fidelista que nunca tomaba en cuenta las peticiones del defensor de los derechos humanos. Incluso cuando amenazó ofrendar su vida y su lucha rociándose gasolina en todo el cuerpo y luego prenderse fuego, no le creyeron, lo tildaron de loco. Los orejas de la Secretaría de Gobierno, de la Subsecretaría y de la Dirección de Asuntos Políticos, alertaron a sus jefes de las intenciones suicidas del dirigente sureño, pero éstos se rieron y carcajearon diciendo que “no iba tener los huevos para hacerlo”.
Y vaya que los tuvo; Guillén Tapia, cumplió sus amenazas.
Martes y miércoles su foto prendida en fuego frente al palacio del gobernador Herrera, circulando por todo el mundo, y desde ayer su muerte a causa de las graves lesiones que sufrió, seguirán siendo noticia internacional.
No hay reportero o medio informativo crítico y libre, bien local, nacional o extranjero, sin compromisos con el “bondadoso” gobernador, que no responsabilice en forma directa al gobierno de Veracruz por su falta de capacidad e interés políticos para atender los reclamos sociales.
Ramiro Guillén es sólo la primera víctima fatal de la Fidelidad; pero todavía hay muchas más a las que también no les ha quedado otra alternativa que bloquear calles o manifestarse en la Plaza Lerdo, para intentar dialogar con los servidores públicos Fidelistas.
Sin embargo, el secretario Reynaldo Escobar, el subsecretario Ricardo Landa y el titular de política regional Marlon Ramírez, han fingido estar ciegos y sordos, para mantenerse en sintonía con esa vieja maña de su patrón el tío Fide.
Los tres funcionarios, en vez de ayudar al gobernador quitándole problemas y dolores de cabeza, siempre le dejaron chillando la marrana, pero ésta vez su incompetencia y falta de sensibilidad para cumplir con sus responsabilidades, tuvo un desenlace mortal.
La ciudadanía en general no responsabilizará de ese lamentable suceso al adorador del dios Baco, tampoco al gato modorro, mucho menos al “fresita y rarito” de asuntos políticos.
Para todos, el causante del incendio y muerte del representante indígena, es el gobierno del estado de Veracruz, incluyendo a las principales televisoras de habla hispana en el mundo y a influyentes periódicos estadounidenses y españoles que ayer comentaron el acto de inmolación.
En fracción de minutos la noticia del sacrificio de Guillén Tapia corrió como reguero de pólvora vía Internet, tan rápido como los segundos que llevó al fuego provocarle las heridas que finalmente le cegaron la vida. Esta vez no funcionó la “operación censura” o la orden Fidelista de “minimizar” o “ignorar” la información.
LAMENTACIONES QUE SOBRAN
Reynaldo Escobar, responsable de la política interna del gobierno estatal y de los principales funcionarios que negaron el derecho de audiencia a Guillén Tapia, salió a la palestra a “lamentar su muerte”.
Sacó de la caja de los archivos presuntos convenios firmados con el inmolado…pero éste ya no vive para refutárselos.
Podrán decir hoy que Ramiro era un invasor de tierras, e inventarán lo que les venga en gana para quitarse el señalamiento público de “asesinos indirectos”.
Acudirán a montar “guardías de honor” ante el féretro del muerto, como se viene acostumbrando en la Fidelidad…pero todo sale ya sobrando.
Las palabras de “ofrendo mi vida para que me hagan caso”, retumbarán por largo tiempo en Veracruz.
¿Qué otra víctima del Fidelismo sordo y ciego sigue?
¿O usted qué opina”.
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