En tres años aprendió todas y cada una de las lecciones del arte de la demagogia y el populismo.
Sólo doce meses de legisladora necesitó para convertirse en toda una profesional de la farsa y la mentira, y si el maestro se duerme, la “señora presidenta” lo rebasa.
Y no es para menos.
Aseguran que el curso de aprendizaje fue muy penetrador en todo tipo de conocimientos, desde luego, incluyendo la enseñanza política. No había horario definido, ni lugar específico para las intensas jornadas de clases, bien podían ser en la mañana, tarde o noche.
Lo que importaba era el interés y la disponibilidad de la alumna en dejarse llevar por la profundidad del aprendizaje en el arte de la…política.
Para su alto egocentrismo, el maestro puede sentirse hoy día más que satisfecho con los resultados obtenidos con la aprendiz; bien que valieron la pena horas de desvelo y preocupaciones.
La alumna anda loca de contenta con su cargamento de mentiras y falsedades por toda la Honorable Legislatura estatal.
Bueno, eso de “honorable” está ya en tela de duda con todos esos escándalos que provocan esas linduras de diputados que tiene el pueblo de Veracruz.
Y todos generados por las jaladas que disfrazadas de anteproyectos de “Puntos de Acuerdos” presenta al pleno legislativo o a la Comisión Permanente la excelentísima exalumna y ahora vestida de diputada Carolina Gudiño.
La de ayer miércoles, encaminada a disminuirse 30 por ciento el salario, encendió los ánimos entre sus compañeros diputados opositores, y muchos de ellos sacaron sus trapitos sucios al sol.
Los priístas de doña Carolina y del defensor de oficio Héctor Yunes Landa y los panistas de Alejandro el Pipo Vázquez, se dieron hasta con la cubeta.
A los colorados los tildaron de burros y borrachos, y a los azules los embarraron colgándoles la etiqueta de “pederastas”.
Pero qué necesidad de todo ese burlote que convierte en un patio de vecindad al recinto legislativo de los veracruzanos.
Y todo por el populismo electorero del 2009.
La propuesta de reducción salarial de un 30 por ciento a los diputados es otra vacilada que ordenan a la presidenta del Congreso, y que nadie se la traga.
Todavía la diputada tiene la desfachatez de salir a decir que esa propuesta es pensando en el pueblo, porque “estamos para servir a la gente y no para servirnos nosotros”.
En qué mundo irracional quedó la legisladora Gudiño a causa de las agotadoras jornadas de clases, que no se da cuenta que actúa como loquita y la gente se muere de risa cada vez que habla sandeces.
¿Acaso toma o considera perturbados mentales al pueblo que dice servir?
Pero la culpa no es de la india, sino de quien la hizo… comadre.
Según el dicho de ayer de la legisladora porteña, el sueldo de cada diputado local es de 58 mil pesos mensuales, sin contar viáticos, compensaciones y gastos de representación.
En suma cada representante popular en la Legislatura local supera los 150 mil pesos cada treinta días, y Carolina, por el cargo de presidenta de la mesa directiva alcanza los 230 mil pesos, libres de polvo y paja.
Nadie cree en esta nueva obra de teatro, cuyo principal actor es todo un maestro y próximo será hasta doctor en actuación.
Los diputados y todos los funcionarios del gobierno estatal pueden anunciar que no cobrarán por sus servicios, y eso qué, si el salario, así de 150 o 200 mil pesos, es lo que menos les importa a los servidores públicos, si tienen a su alcance todo un presupuesto a sus anchas.
El gran negocio se encuentra en las obras públicas que se cobran diez veces de su valor real, porque el constructor tiene que darle 10 por ciento al que manda y autoriza; otro 10 por ciento a Carvallo por intermediario y un 5 más al encargado de la dependencia responsable del trabajo.
Cuánta razón tuvo Agustín Acosta Lagunas siendo gobernador del estado al recomendarle a un compadre presidente municipal que si quería enriquecerse en su trienio: “Haga usted obras compadre, no sea usted pendejo”, le repetía una y otra vez..
Y en el actual gobierno, esa es la prioridad.
¿O usted qué opina?
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