miércoles, 14 de mayo de 2008

LA DEMENCIA DE MIGUEL ÁNGEL YUNES

El director del ISSSTE, también finge demencia.
Busca llenarse de gloria recordando parte del pasado cuando fue secretario de gobierno en el sexenio de Patricio Chirinos (1992-1998).
Vanagloriándose espeta al actual gobierno estatal que con él “Veracruz vivió en paz, no había mafias, secuestros, levantones ni desorden en el transporte urbano”.
Faltó al licenciado Yunes Linares señalar en forma directa, que esos son los males de los que adolece la administración del gobernador Fidel Herrera Beltrán.
Podría asistirle parte de la razón a don Miguel Ángel.
Efectivamente, en el gobierno de Chirinos el estado estuvo en una aparente tranquilidad, pero no menciona que ésta fue alcanzada por el sometimiento de un gobierno autoritario y represor.
Fue alto el precio que pagaron ciudadanos defensores de los derechos humanos, organizaciones sociales, dirigentes sindicales y transportistas que osaban retar el poderío concentrado en un solo hombre.
Desde su llegada al gobierno chirinista el 1 de diciembre de 1992, Yunes Linares montó una impresionante red de espionaje con la que vigilaba la vida íntima y profesional de todos los actores políticos del estado, incluídos los reporteros considerados peligrosos al régimen por sus comentarios críticos.
Con los gruesos expedientes a su alcance, el entonces funcionario estatal iniciaba el acoso y persecución de quiénes estaban señalados como sus enemigos, sembrándoles, terror, angustia y miedo ante amenazas de sus esbirros a la integridad de las familias.
Fueron cinco años de zozobra para muchos veracruzanos que demandaban el cese al hostigamiento policiaco.
Por lo declarado en su predestape rumbo a la gubernatura del estado en el 2010, Yunes Linares muestra haber olvidado las atrocidades ordenadas al séquito de espías a su servicio.
Hoy sólo daré cuenta de algunas de ellas.
No recuerda a los hermanos Atanasio y Rolando Hernández, dos luchadores sociales de la huasteca veracruzana, secuestrados por la policía que comandaba su amigo Juan Herrera Marín, secretario de Seguridad Pública estatal.
Los animales policiacos, porque no puedo decirles de otra forma, se ensañaron con los dos pobres e indefensos indígenas rebeldes que denunciaban la represión del régimen chirinista.
Después de torturarlos y cortarle los huevos, terminaron ejecutándolos dándoles el tiro de gracia en la frente.
Las organizaciones sociales defensoras de los derechos humanos acusaron al gobierno de Patricio Chirinos de esos crímenes de lesa humanidad, especialmente a Herrera Marín y a Yunes Linares, en calidad de responsable de la secretaría de seguridad pública.
El ingeniero Cuahutémoc Cárdenas, también sufrió la perversidad y abuso de poder de Yunes.
Estando en su segunda campaña proselitista en 1994 buscando la presidencia de la república, visitó el tradicional café La Parroquia en la ciudad de Veracruz, donde ofreció una rueda de prensa. En plena charla con los reporteros locales y nacionales que cubrían sus actividades, apareció en el lugar un grupo de travestis vestidos con fina y elegante ropa de mujer. Y sin decir aguas va, abrazan y besan en boca y mejillas al candidato perredista.
El encuentro con los medios de comunicación se convirtió en un dramático y denigrante espectáculo que causó risa en los presentes, pero furia y rabia en el abanderado presidencial del sol azteca.
Días después los propios homosexuales confiaron a un escudriñoso periodista, que los había contratado una persona que trabajaba para el gobierno del estado. No había necesidad de investigar el nombre del funcionario que ordenó el sainete para ridiculizar al aspirante a la presidencia.
Ese era el estilo de operar de Yunes.
Otro acto que nunca fue aclarado por las autoridades del gobierno de Chirinos Calero, fue el secuestro de Manolo Ruiz Ortiz, perpetrado por un comando armado cuando el empresario jarocho salía de sus oficinas.
Tras quince días de incertidumbre de la familia, el plagiado fue liberado, sin sufrir rasguño alguno. Versiones no confirmadas en ese momento, dijeron que el representante del clan, Valentín Ruiz, pagó cinco millones por el rescate. Pero otras fuentes desmentían el dicho asegurando que no pagaron un solo peso.
Lo que sí llegó a filtrarse en base a comentarios de allegados a la familia, fue que quien ordenó el secuestro había sido el secretario de gobierno del estado, “para darle un calambre” al jefe de la dinastía Ruiz-Ortiz. Otras fuentes comentaron que “todo había sido por un cheque de 50 millones de pesos”.
El poderoso transportista del servicio urbano del puerto de Veracruz, Fausto Martínez Romero, antes de morir en 1994, siempre charlaba de sus experiencias como camionero y del trato que recibió de los gobernadores.
Y a Yunes Linares lo tildó de loco, soberbio y arbitrario, que con actitudes beligerantes buscaba someterlo a sus caprichos e intereses.
Contaba el dueño de los autobuses de la ruta Diaz Mirón que Yunes los citaba para tal día y si no iban, mandaba a la policía a buscarlos en horas de la madrugada”.
Historias de las linduras que cometía el político con el poder en sus manos, son muchas.
Ahora se dice casi una blanca palomita que desea gobernar Veracruz con el ejemplo del pasado.
¿O usted qué opina?

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