BUENOS DÍAS VERACRUZ
Por: David Varona Fuentes
7 de enero 2011
Y todavía las intrigas palaciegas al interior del gabinete estatal.
Lo que faltaba…
Como si el gobierno de Javier Duarte estuviera inmerso en el paraíso, que todo fuera miel sobre hojuelas, que no padeciera el infierno en sus finanzas públicas, producto de la herencia maldita de la Fidelidad.
Dicen que la ropa sucia se lava en casa, pero muchas veces los agravios son tan sonantes y frecuentes que es imposible aguantarlos, y en la primera oportunidad que se presenta surge el instinto de reclamo, de insultos, con amenazas de terminar en golpes.
Muy grave que en este gobierno estatal que apenas inicia, surjan enfrentamientos entre los integrantes del primer círculo de colaboradores del doctor Duarte.
Y peor todavía que, quien con su mente perversa, enferma y alcohólica los provoca, ordene a sus sicarios de la pluma hacerlos públicos.
Y qué lamentable todavía, qué falta de valor, de pantalones, de hombría, negar ser el actor del producto del reclamo, queja o acusación, cuando las evidencias que lo señalan son más que elocuentes; porque cómo es que el sicario de la información contratado, se entera con todo lujo de detalles, de los malos momentos que le hacen pasar a su “patrón”.
Cuando el conocido gatillero de la comunicación al servicio de quien pague más, lanza sus misiles críticos en contra de equis servidor público del gobierno de Veracruz, es porque recibe órdenes estrictas del otro funcionario estatal al que sirve.
Lo mismo sucede cuando el mercenario del periodismo se desvive en alabanzas a favor de quien le manda las maletas de dinero, primero de la secretaría de Gobierno, y ahora de la Procuraduría General de Justicia.
Pero cuidado y el que ordena y paga no cumpla con enviarle el soborno por medio de un subalterno impuesto como fotógrafo oficial desde el sexenio anterior, porque las críticas, a través de terceros, se dejan sentir en pasquines informativos que regentea gracias al apoyo recibido del entonces gobernador de Veracruz, Fidel Herrera.
Es decir, ese tipo de secuaces del periodismo, no tienen amigos, sólo intereses personales: Lo mismo sirvieron al gobernador Dante Delgado, que a conocidos caciques del estado. Dante les regaló mansiones nunca imaginadas en fraccionamientos de lujo como Costa de Oro, en Boca del Río, que jamás comprarían con sus miserables salarios de reporteros serviles y arrastrados, o maestros universitarios, y Cirilo Vázquez les pagó sus primeros libros que los sacaron del anonimato; y los dos fueron traicionados, los dos mordieron el polvo de la ingratitud.
Y así como Dante y el desaparecido Cirilo Vázquez, suman muchos más políticos y empresarios y líderes sindicales que fueron víctimas del doble lenguaje que manejan quienes hoy se desgarran las vestiduras por lisonjear, tirársele al piso, alabar y defender a ultranza al Rey-baco, encargado de la PGJ en el gobierno de Javier Duarte.
Pero reitero; cuando el “cobrador” de Fidel Herrera, falla, se retrasa, olvida u omite el envío al puerto jarocho de la maleta del soborno pactado, se le viene encima el mundo de los señalamientos; de un político extraordinario, superdotado, fuera de serie, querido y amado en Xalapa, pasa a ser una lacra del servicio público de Veracruz.
Escribí líneas arriba que era muy grave que en los inicios del gobierno de Javier Duarte estuvieran presentándose grillas y chismes que concluyen, hasta ahora, en reclamos y enfrentamientos verbales.
Si como tarea vertebral de su gobierno Duarte ha dignificado el trato y el respeto a todos sus colaboradores, por qué entonces personajes siniestros de la herencia maldita persisten en meter cizaña e intrigas entre los miembros del gabinete, al grado de usar el dinero público para que balconeen en la “prensa” a sus compañeros de trabajo por presuntos errores no cometidos en sus cargos.
Los jóvenes secretarios de Educación, Adolfo Mota; de Comunicaciones, Guillermo Herrera, y el subsecretario de Gobierno, Erick Lagos, han sido los primeros en sentir el peso del golpeteo mediático de Rey-baco, desde luego sin efecto alguno, porque cuentan con la confianza absoluta del mandatario veracruzano.
Todos se preguntan:
¿Qué busca, qué quiere, Reynaldo Escobar, acaso su adoración a dios Baco, o a otras presuntas drogas, lo alucinan y convierte a todos en sus enemigos?
¿O usted qué opina?
davidvaronaf@hotmail.com
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