Los Ferrari, de Boca del Río, una plaga de vividores políticos, y uno que otro, hasta bígamo y delincuente sexual que ataca a niñas indefensas, hijas de sus ex -mujeres o amantes en turno.
Han logrado enquistarse en el poder estatal de tal forma que, por los menos llevan 30 largos años mamando de la ubre del gobierno de Veracruz, sobreviviendo a cinco sexenios de mandatos estatales, desde Acosta Lagunes, hasta el actual con Fidel Herrera Beltrán.
Por lo tanto, larga es la historia de corruptelas, enriquecimiento y tráfico de influencias de éste grupo, mejor conocido como los “negritos” o los “bembones“, de Boca del Río.
Todo comenzó cuando el gobernador Agustín Acosta Lagunes (1980-1986), cautivado por el grueso del bigote, y también impresionado por la fortaleza física del sacamuelas Ramón Ferrari Pardiño, decidió hacerlo presidente municipal de Boca del Río.
“Así podré tenerte en palacio de gobierno más cerca; las veces que yo quiera”, cuentan que dijo el de Paso de Ovejas al cirujano dentista”, quien creyó estar soñando ante la propuesta, ¿ ? no indecorosa, sino política, del entonces mandatario estatal.
Ramón Ferrari Pardiño, considerado por sus propios amigos como uno de los últimos “caprichos” de Agustín, fue alcalde del municipio boqueño en el trienio 1985-1988.
Con Ramón en la presidencia municipal de Boca, dio inicio el cacicazgo político de los Ferrari, y a pesar de que el dominio local se extinguió en 1997 al perder la alcaldía ante el panista Ángel Deschamps, sus ramificaciones de poder han logrado extenderse a importantes áreas del aparato gubernamental del estado, donde despachan, hijos, primos, amigos, compadres y gente cercana a la familia.
El cirujano que tiró las pinzas dentales por las mieles del dinero y el influyentismo, logró conjuntar un grupo de vivales buenos para nada, que desde la alcaldía en 1985, le acompañan a todo cargo público que representa, y sin reunir el perfil, los nombra subsecretarios o directores de las principales carteras de la dependencia bajo su cargo.
Hugo Parroquín, Rafael Cruz, Armando López Rosado, Alfredo Ferrari y Armando Zavaríz Vidaña, son sólo una parte de su banda, que ha enriquecido saqueando el erario estatal.
Ferrari Pardiño como funcionario público estatal, es considerado por muchos como corrupto, ineficiente e incapaz.
Tan sólo en su función de titular de Agricultura en la administración de Miguel Alemán Velasco, lo recuerdan como un secretario gris y fantasioso, constructor de elefantes blancos como el abandonado Agrocentro, donde se tiraron más de 100 millones de pesos en su edificación.
Como diputado federal, nunca subió a tribuna, mucho menos presentó iniciativas de ley representando a su partido el revolucionario institucional.
En la era Fidelista, cobijado nuevamente por su benefactor Acosta Lagunas, Ramón trabaja como coordinador general del candidato priísta a diputado federal por el distrito de Córdoba, Javier Duarte.
Fue el encargado de la comisión del proceso interno que sacó la elección de un Duarte que no tuvo contrincantes en la ciudad de los Treinta Caballeros, y al parecer el ex tesorero estatal “quedó maravillado con el trabajo que hizo Ferrari”.
Porque no se entiende cómo es que lo nombró encargado de sus tareas proselitistas, cuando todos los que conocen al ex funcionario alemanista apuestan 5 a 1 que llevará al fracaso electoral al cachorro del gobernador en aquel distrito electoral.
Y basan la inminente derrota de Duarte, bien porque podría ser avasallado por la popularidad futbolística de Carlos Hermosillo, respaldada monetariamente con todo el peso presidencial, o porque, el propio Ferrari Pardiño, podría venderlo al PAN.
O al menos que el negro Ferrari boqueño vaya ser el responsable de hacer el trabajo sucio el 5 de julio, tal como lo efectuaba en su natal Boca del Río para robarle el triunfo a los candidatos opositores. Ya veremos.
Con Ramón al lado del candidato más cercano e influyente en el gobernador Herrera, dos de sus principales familiares ostentan cargos relevantes en el gobierno de Fidel.
Su hijo Antonio Ferrari Cazarín, es Subsecretario de Finanzas y Planeación, después de haber dejado toda una estela de proyectos fantasmas en la Secretaría de Desarrollo Económico al lado de Carlos García.
El otro es Alfredo Ferrari Saavedra, Secretario Técnico del Fideicomiso del 2 por Ciento a la Nómina, de quien se cuentan horrores de corrupción.
Pero, esa es otra historia digna de escribir en el comentario de mañana jueves. (Continuará)
¿O usted qué opina?
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