miércoles, 17 de septiembre de 2008

MERCENARIOS PROFESIONALES SACUDEN AL PAÍS

Lo de Morelia, una tragedia que no debe repetirse.
La muerte de inocentes que nada tuvieron que ver con la incapacidad de las autoridades para enfrentar a la delincuencia organizada, obliga a la reflexión.
En entregas anteriores dije que después de meses de enfrentamientos, el gobierno federal perdía la guerra con los malos.
Y una muestra de ello eran la suma de cientos de elementos militares y policíacos que ya habían sido abatidos por las balas enemigas.
Todos los días se escuchan las plegarias y condolencias oficiales a las familias por los mexicanos muertos en el cumplimiento de su deber.
Es el saldo de muerte que ha dejado la lucha calderonista iniciada en los inicios de su administración contra la delincuencia organizada.
Una afrenta sacada del escritorio, de la que nunca se imaginó el saldo ni las consecuencias trágicas que traería para el país ni para las familias mexicanas.
Un exabrupto de valentía surgido de la manga jamás analizado, que hoy sigue cobrando víctimas inocentes.
La ciudadanía se enteraba todos los días de los levantones, ejecutados, decapitados o secuestrados.
Pero nunca imaginamos que la violencia desatada tocara a personas inocentes que cometieron el error de ir a celebrar un aniversario más de la independencia de México.
Lo sucedido la noche del grito independentista en el estado de Michoacán, tierra natal del presidente Felipe Calderón, llena de indignidad y coraje a todos los mexicanos.
Pudo haber ocurrido aquí en el estado de Veracruz, donde tenemos un gobierno ciego y sordo ante la incesante ola delictiva que no la acepta, por andar en otra galaxia.
Sin embargo, nuestras autoridades siguen recurriendo al discurso demagógico de que “Veracruz está en paz en tranquilidad”.
La tragedia de Morelia, debe prender las luces rojas en todas las esferas gubernamentales, tanto federales, estatales como municipales.
Y para el régimen calderonista debe quedar muy claro que los tambores de guerra llamando al enfrentamiento, sólo han traído al país derramamiento de sangre inocente.
Es la hora del cambio de estrategias políticas y de seguridad nacionales, insistir en más de lo mismo, es seguir enlutando hogares mexicanos ante una guerra que nunca va a ganarse.
Las manos asesinas que soltaron las granadas la noche del 15 de septiembre en la capital morelense, no son de manufactura nacional, tienen el sello de las mafias internacionales del terrorismo, remenber Colombia.
Son mercenarios expertos en multitudes, que echaron al cesto de la basura ese código criminal que los hacía respetar como víctimas a mujeres y niños.
Y que después de lo Morelia pueden tener en la mira a otra entidad de la república.
El temor en el país se acrecenta; la recuperación de parques y espacios públicos prometidos por el presidente Calderón, no se cumple, y seguramente no llegará en lo que resta de su sexenio.
Si aún teniendo al ejército mexicano en las calles, la delincuencia sigue haciendo de las suyas, a quién recurrir para recuperar la seguridad nacional.
Lo único recomendable, como lo han realizado otras naciones, sería hacer una depuración de todas las corporaciones relacionadas con la seguridad.
Que salgan de una vez y para siempre, todos los elementos policíacos enquistados de sexenios presidenciales anteriores que manejan los hilos de la seguridad nacional como negocios particulares.
Tarea que también deben seguir los gobernadores de las entidades federativas y los alcaldes de cada municipio.
Todos son corresponsables de que la nación siga llenándose de sangre inocente.
Porque cada uno de ellos tienen sus cuotas de intereses.
¿O usted que opina?

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