¿Huevos tibios o huevos rancheros?
Para el publicista político Carlos Alazraki los grandes problemas de México se recrudecen por la tibieza con que actúan nuestros gobernantes.
En una carta publicada ayer martes en un diario nacional, le da una paliza pública al secretario de gobernación Juan Camilo Mouriño, reprochándole su falta de carácter para imponer el orden y acabar con la impunidad.
Expresa el publirelacionista “estar cansado que lacras sociales violenten el estado de derecho y se burlen del gobierno federal”.
Alazraki se refiere tácitamente a los conflictos que envuelven al estado de Oaxaca, donde la vida productiva y escolar son suspendidas ante el boicoteo de lidercillos que cierran carreteras, bloquean comercios y escuelas.
Al titular de Gobernación, recomienda desayunar huevos rancheros para tener los tamaños y hacer respetar la ley.
Ofrece a Mouriño su palabra de honor asegurando que un Fernando Gutiérrez Barrios o un Manuel Bartlett, jamás hubieran permitido que “bestias mariguanas como Flavio Sosa y Ezequiel Rosales cometieran los desmanes que ellos les solapan”. Ellos, dice, “o negociaban con ellos, o les partían su madre”.
El escenario de ingobernabilidad en el estado del que es gobernador el priísta Ulises Ruiz, que expone el hacedor de imagen pública de numerosos políticos mexicanos, se queda corto.
La inseguridad pública y falta de energía para aplicar la ley no es privativo del estado oaxaqueño.
Apenas ayer comentaba aquí mismo casos similares que tienen vigencia en el acontecer diario de los veracruzanos, en el que también se violenta el estado de derecho privilegiando a delincuentes que gozan de impunidad pactada.
Y lo mismo está sucediendo a lo largo y ancho de la república mexicana.
Mención especial requieren los hechos de violencia que enfrentan los estados vecinos del norte, sacudidos por la lucha territorial que sostienen los grupos de la delincuencia organizada.
En entidades como Chihuahua, Coahuila, Durango Michoacán, Morelos y Sinaloa, todos los días son de muertos por ráfagas de cuernos de chivo. Tan sólo el año pasado de 2007 las vendettas y ejecuciones alcanzaron alrededor de 2 mil 500 víctimas, entre delincuentes y policías que murieron, algunos de éstos últimos en cumplimiento del deber, pero otros acribillados por estar coludidos con las mafias.
El panorama violento que va presentándose durante 2008, induce a que las cifras de ejecutados serán rebasadas de aquí al 31 de diciembre.
Cuando en los primeros días de su mandato el presidente Felipe Calderón decidió declararle la guerra a los diversos grupos del crimen organizado, nunca le informaron que iniciaba una batalla incierta, cruenta y sin retorno.
El gobierno norteamericano festeja la valentía de las autoridades mexicanas de haber extraditado a por lo menos 80 presuntos narcotraficantes en sus primeros 17 meses de mandato, además del decomiso de importantes cargamentos de droga y la incautación de los 205 millones de dólares en efectivo a un productor de metanfetaminas.
Sin embargo, para el presidente Calderón y su gabinete de seguridad nacional, el panorama en la lucha contra el crimen organizado, no es nada alentador, principalmente porque en esta afrenta han muerto importantes operadores de inteligencia que habían asestado duros golpes al bando delictivo.
Dichas pérdidas policiacas representan bajas insustituibles, al tratarse de elementos entrenados por años en academias extranjeras expertas en atender casos de delincuencia criminal.
La realidad de todo es que el gobierno federal no se preparó para la guerra que habría de declarar, aún cuando al frente de Gobernación tenía a un político experimentado y de mano dura como Francisco Ramírez Acuña, que conocía de fondo el problema del narcotráfico por haber gobernado un estado inmerso en ese mal.
Pero las grillas palaciegas del exquisito grupo cercano al presidente Calderón, hicieron que el tapatío sucumbiera de la oficina de Bucareli.
Como bien dice el publicista Alazraki, a Mouriño le faltan huevos para hacer operativa y eficaz la dependencia que le encargara con cariño, pero por error, su amigo Calderón.
Y es que la política no es de afectos, sino de resultados.
La lucha contra los malos está perdiéndose con la muerte cada día de policías federales; la reforma energética sigue en el aire; las elecciones federales de 2009 son inciertas para el panismo nacional, y con todo esto, el novelo e inexperto titular de Gobernación sólo estaría cavando su propia tumba.
Podrá estar enlistado en la carrera presidencial de 2012 por su cercanía con don Felipe, pero no llegará más lejos.
El propio mandatario mexicano sabe que su delfín está verde, y lo sostiene en el cargo al no tener quien lo sustituya, por ello, dicen, el presidente bien estaría abonando el camino para entregar la estafeta presidencial en el 2012 a un candidato de otro partido.
Su deseo es, pasar a la historia como el presidente de la alternancia en el poder.
Aseguran que su candidato se llama Enrique Peña Nieto, con quien se reúne frecuentemente, fuera de agenda.
Imposible, gritarán los hombres de sangre azul, ignorando que en política no hay amigos, sólo intereses.
Es preferible un príista que un pejelagarto. Lo mismo piensa el gobernador de Veracruz, prefiere a Dante que al demonio de Soledad.
Al menos en este punto coinciden Calderón y Herrera Beltrán.
No dejar la iglesia en manos de Lutero.
¿O usted qué opina?
Para el publicista político Carlos Alazraki los grandes problemas de México se recrudecen por la tibieza con que actúan nuestros gobernantes.
En una carta publicada ayer martes en un diario nacional, le da una paliza pública al secretario de gobernación Juan Camilo Mouriño, reprochándole su falta de carácter para imponer el orden y acabar con la impunidad.
Expresa el publirelacionista “estar cansado que lacras sociales violenten el estado de derecho y se burlen del gobierno federal”.
Alazraki se refiere tácitamente a los conflictos que envuelven al estado de Oaxaca, donde la vida productiva y escolar son suspendidas ante el boicoteo de lidercillos que cierran carreteras, bloquean comercios y escuelas.
Al titular de Gobernación, recomienda desayunar huevos rancheros para tener los tamaños y hacer respetar la ley.
Ofrece a Mouriño su palabra de honor asegurando que un Fernando Gutiérrez Barrios o un Manuel Bartlett, jamás hubieran permitido que “bestias mariguanas como Flavio Sosa y Ezequiel Rosales cometieran los desmanes que ellos les solapan”. Ellos, dice, “o negociaban con ellos, o les partían su madre”.
El escenario de ingobernabilidad en el estado del que es gobernador el priísta Ulises Ruiz, que expone el hacedor de imagen pública de numerosos políticos mexicanos, se queda corto.
La inseguridad pública y falta de energía para aplicar la ley no es privativo del estado oaxaqueño.
Apenas ayer comentaba aquí mismo casos similares que tienen vigencia en el acontecer diario de los veracruzanos, en el que también se violenta el estado de derecho privilegiando a delincuentes que gozan de impunidad pactada.
Y lo mismo está sucediendo a lo largo y ancho de la república mexicana.
Mención especial requieren los hechos de violencia que enfrentan los estados vecinos del norte, sacudidos por la lucha territorial que sostienen los grupos de la delincuencia organizada.
En entidades como Chihuahua, Coahuila, Durango Michoacán, Morelos y Sinaloa, todos los días son de muertos por ráfagas de cuernos de chivo. Tan sólo el año pasado de 2007 las vendettas y ejecuciones alcanzaron alrededor de 2 mil 500 víctimas, entre delincuentes y policías que murieron, algunos de éstos últimos en cumplimiento del deber, pero otros acribillados por estar coludidos con las mafias.
El panorama violento que va presentándose durante 2008, induce a que las cifras de ejecutados serán rebasadas de aquí al 31 de diciembre.
Cuando en los primeros días de su mandato el presidente Felipe Calderón decidió declararle la guerra a los diversos grupos del crimen organizado, nunca le informaron que iniciaba una batalla incierta, cruenta y sin retorno.
El gobierno norteamericano festeja la valentía de las autoridades mexicanas de haber extraditado a por lo menos 80 presuntos narcotraficantes en sus primeros 17 meses de mandato, además del decomiso de importantes cargamentos de droga y la incautación de los 205 millones de dólares en efectivo a un productor de metanfetaminas.
Sin embargo, para el presidente Calderón y su gabinete de seguridad nacional, el panorama en la lucha contra el crimen organizado, no es nada alentador, principalmente porque en esta afrenta han muerto importantes operadores de inteligencia que habían asestado duros golpes al bando delictivo.
Dichas pérdidas policiacas representan bajas insustituibles, al tratarse de elementos entrenados por años en academias extranjeras expertas en atender casos de delincuencia criminal.
La realidad de todo es que el gobierno federal no se preparó para la guerra que habría de declarar, aún cuando al frente de Gobernación tenía a un político experimentado y de mano dura como Francisco Ramírez Acuña, que conocía de fondo el problema del narcotráfico por haber gobernado un estado inmerso en ese mal.
Pero las grillas palaciegas del exquisito grupo cercano al presidente Calderón, hicieron que el tapatío sucumbiera de la oficina de Bucareli.
Como bien dice el publicista Alazraki, a Mouriño le faltan huevos para hacer operativa y eficaz la dependencia que le encargara con cariño, pero por error, su amigo Calderón.
Y es que la política no es de afectos, sino de resultados.
La lucha contra los malos está perdiéndose con la muerte cada día de policías federales; la reforma energética sigue en el aire; las elecciones federales de 2009 son inciertas para el panismo nacional, y con todo esto, el novelo e inexperto titular de Gobernación sólo estaría cavando su propia tumba.
Podrá estar enlistado en la carrera presidencial de 2012 por su cercanía con don Felipe, pero no llegará más lejos.
El propio mandatario mexicano sabe que su delfín está verde, y lo sostiene en el cargo al no tener quien lo sustituya, por ello, dicen, el presidente bien estaría abonando el camino para entregar la estafeta presidencial en el 2012 a un candidato de otro partido.
Su deseo es, pasar a la historia como el presidente de la alternancia en el poder.
Aseguran que su candidato se llama Enrique Peña Nieto, con quien se reúne frecuentemente, fuera de agenda.
Imposible, gritarán los hombres de sangre azul, ignorando que en política no hay amigos, sólo intereses.
Es preferible un príista que un pejelagarto. Lo mismo piensa el gobernador de Veracruz, prefiere a Dante que al demonio de Soledad.
Al menos en este punto coinciden Calderón y Herrera Beltrán.
No dejar la iglesia en manos de Lutero.
¿O usted qué opina?
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