El multimillonario abogado que trabaja como secretario de gobierno, Reynaldo Escobar Pérez, se encuentra en el filo de la navaja.
Un día no lejano escribí en este mismo espacio, las sospechas que recaían en el funcionario fidelista sobre su presunta relación con grupos ligados al crimen organizado.
Incluso llegó a especularse en pasillos de palacio de gobierno que el funcionario fidelista se “había pasado de listo”, y que por ello andaban buscándolo para ajustar cuentas con él.
El propio Gaudencio confirmó el rumor cuando declaró que había reforzado su cuerpo de seguridad porque carros extraños, con vidrios polarizados, seguían y vigilaban su vehículo muy de cerca.
Y todavía dio más rienda suelta a las versiones al hacerse público la majestuosa residencia que construyó para vivir, y que dicen quienes conocen el interior, es una verdadera fortaleza con puertas secretas, barrotes y candados por toda la casa, que sin lugar a dudas magnifican una auténtica e impenetrable centro penitenciario.
Cuentan que en sus ratos adorando al dios Baco, orgulloso de su “prisión”, exclama que “de ella nadie podrá sacarlo”.
Son tan grandes los miedos que aparenta sufrir que hasta lo han obsesionado pretendiendo convertir en cárcel todo lo que ve a su alrededor, al grado de confrontarse con doña Rosita Borunda en la edificación de la inaugurada “Ciudad de los Niños”.
Por sus pistolas don Gaudencio exigía instalar puertas con barrotes y candados, mientras que la titular del DIF estatal deseaba quitarle la imagen carcelaria al lugar que albergaría a pequeños infractores de la ley.
Son muchas las veces que han soltado el borrego anunciando que “un comando armado levantó al secretario de gobierno de Veracruz”.
Y dicen que cuando “el río suena es que agua lleva”.
En primer lugar debo señalar que la fortuna acumulada por el polifacético pariente de los Pipos Vázquez, en sólo tres años de alcalde de Xalapa y tres de funcionario estatal, es totalmente escandalosa y desproporcionada, que no concuerda con su salario de 100 mil pesos mensuales.
El señor Escobar Pérez defiende sus ahorros de más de 500 millones de pesos, acumulados, según sus últimas declaraciones patrimoniales, en casas, terrenos urbanos, ranchos ganaderos, vehículos y cuentas bancarias, atribuyéndolos a que su inmensa riqueza es producto de su trabajo como abogado litigante.
Quienes conocen el desempeño profesional de don Reynaldo Gaudencio en el campo del derecho, se mueren de risa cuando se cuelga la etiqueta de jurista, porque aseguran que nunca pasó de ser un ayudante de coyote.
Si Dante Delgado y su partido Convergencia no lo rescatan de la miseria que sufría, haciéndolo candidato a presidente municipal de Xalapa, continuara arrinconado en su despacho frente al parque Juárez muriéndose de hambre.
De ser ciertas las afirmaciones de connotados miembros de la xalapeña Barra de Abogados, entonces me pregunto: ¿De dónde amasó su fortuna el político que mordió la mano dantista que le dio de comer?
Versiones provenientes de quienes se mueven en el bajo mundo del hampa, comentan que el funcionario fidelista, como responsable superior de los 22 Ceresos del estado, cuenta con un brazo armado que ha venido conformando con reos peligrosos sospechosamente preliberados sin tener derecho a ese beneficio.
Lo anterior podría considerarse descabellado.
Sin embargo, lo ocurrido la madrugada del pasado viernes 16 de mayo en el Centro Penitenciario Duport-Ostión de Coatzacoalcos, con la liberación pacífica de seis presuntos integrantes de una organización criminal, ofrece otra lectura.
Ayer miércoles destacadas columnas de diarios capitalinos, retoman el caso del comando armado que liberó a los delincuentes, pero se van a fondo afirmando que un día antes del asalto a la cárcel del sur del estado, el secretario de gobierno Reynaldo Escobar, estuvo de visita y recorrió las instalaciones del penal, considerado de mediana seguridad.
De paso los columnistas ridiculizan la suerte de la que se jacta el gobernador Fidel Herrera.
¿Y qué necesidad hay que el mandatario estatal sea involucrado en las sospechosas actividades extras de su secretario del interior?
¿O usted qué opina?
Un día no lejano escribí en este mismo espacio, las sospechas que recaían en el funcionario fidelista sobre su presunta relación con grupos ligados al crimen organizado.
Incluso llegó a especularse en pasillos de palacio de gobierno que el funcionario fidelista se “había pasado de listo”, y que por ello andaban buscándolo para ajustar cuentas con él.
El propio Gaudencio confirmó el rumor cuando declaró que había reforzado su cuerpo de seguridad porque carros extraños, con vidrios polarizados, seguían y vigilaban su vehículo muy de cerca.
Y todavía dio más rienda suelta a las versiones al hacerse público la majestuosa residencia que construyó para vivir, y que dicen quienes conocen el interior, es una verdadera fortaleza con puertas secretas, barrotes y candados por toda la casa, que sin lugar a dudas magnifican una auténtica e impenetrable centro penitenciario.
Cuentan que en sus ratos adorando al dios Baco, orgulloso de su “prisión”, exclama que “de ella nadie podrá sacarlo”.
Son tan grandes los miedos que aparenta sufrir que hasta lo han obsesionado pretendiendo convertir en cárcel todo lo que ve a su alrededor, al grado de confrontarse con doña Rosita Borunda en la edificación de la inaugurada “Ciudad de los Niños”.
Por sus pistolas don Gaudencio exigía instalar puertas con barrotes y candados, mientras que la titular del DIF estatal deseaba quitarle la imagen carcelaria al lugar que albergaría a pequeños infractores de la ley.
Son muchas las veces que han soltado el borrego anunciando que “un comando armado levantó al secretario de gobierno de Veracruz”.
Y dicen que cuando “el río suena es que agua lleva”.
En primer lugar debo señalar que la fortuna acumulada por el polifacético pariente de los Pipos Vázquez, en sólo tres años de alcalde de Xalapa y tres de funcionario estatal, es totalmente escandalosa y desproporcionada, que no concuerda con su salario de 100 mil pesos mensuales.
El señor Escobar Pérez defiende sus ahorros de más de 500 millones de pesos, acumulados, según sus últimas declaraciones patrimoniales, en casas, terrenos urbanos, ranchos ganaderos, vehículos y cuentas bancarias, atribuyéndolos a que su inmensa riqueza es producto de su trabajo como abogado litigante.
Quienes conocen el desempeño profesional de don Reynaldo Gaudencio en el campo del derecho, se mueren de risa cuando se cuelga la etiqueta de jurista, porque aseguran que nunca pasó de ser un ayudante de coyote.
Si Dante Delgado y su partido Convergencia no lo rescatan de la miseria que sufría, haciéndolo candidato a presidente municipal de Xalapa, continuara arrinconado en su despacho frente al parque Juárez muriéndose de hambre.
De ser ciertas las afirmaciones de connotados miembros de la xalapeña Barra de Abogados, entonces me pregunto: ¿De dónde amasó su fortuna el político que mordió la mano dantista que le dio de comer?
Versiones provenientes de quienes se mueven en el bajo mundo del hampa, comentan que el funcionario fidelista, como responsable superior de los 22 Ceresos del estado, cuenta con un brazo armado que ha venido conformando con reos peligrosos sospechosamente preliberados sin tener derecho a ese beneficio.
Lo anterior podría considerarse descabellado.
Sin embargo, lo ocurrido la madrugada del pasado viernes 16 de mayo en el Centro Penitenciario Duport-Ostión de Coatzacoalcos, con la liberación pacífica de seis presuntos integrantes de una organización criminal, ofrece otra lectura.
Ayer miércoles destacadas columnas de diarios capitalinos, retoman el caso del comando armado que liberó a los delincuentes, pero se van a fondo afirmando que un día antes del asalto a la cárcel del sur del estado, el secretario de gobierno Reynaldo Escobar, estuvo de visita y recorrió las instalaciones del penal, considerado de mediana seguridad.
De paso los columnistas ridiculizan la suerte de la que se jacta el gobernador Fidel Herrera.
¿Y qué necesidad hay que el mandatario estatal sea involucrado en las sospechosas actividades extras de su secretario del interior?
¿O usted qué opina?
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