El gobernador Fidel Herrera Beltrán, juega con su buena suerte.
Pareciera estar confiado de tener a dios agarrado de las orejas; pero se olvida que el diablo anda suelto, y trae tantas ganas de convertir sus días de gloria en el peor de sus infiernos.
Por eso desde el más nivel de inteligencia lo vigilan, acechan y documentan todos sus errores políticos que, aseguran, escribirán su epitafio.
Y no es para menos.
El joven mandatario veracruzano anda destapado, sin brújula y viviendo en un mundo de maravillas, como el de Alicia, ese cuento encantado que alguna le describió al presidente Vicente Fox, que veía a México como un país de sueños imaginarios.
Lo único real fueron los negocios millonarios que hicieron doña Martha Sahagún y sus hijos los hermanos Bribiesca.
Siguiendo el tema de la corrupción y el tráfico de influencias, en días pasados una importante revista nacional exhibió las andanzas del gobernador priísta de Sonora Eduardo Bours Castelo.
Lo señala de amasar una millonaria fortuna aprovechando el cargo para convertirse en un prominente empresario, en una entidad entregada a las bandas del narcotráfico.
Algo parecido sucede con el ejecutivo estatal.
Son muchas las versiones documentadas que mi amigo Fidel juega en el gobierno de Veracruz, la mejor de sus temporadas políticas.
Versiones estrictamente documentadas aseguran que anda bateando arriba de los 300, haciendo los grandes negocios, que le den tranquilidad una vez que en el 2010 se retire de la actividad política para dedicarse a sus clases y a su despacho, como él mismo lo ha expresado.
Presuntamente lo tienen ubicado como dueño de hoteles cinco estrellas, instalados en los principales centros turísticos del país; es propietario de varias empresas graneleras que operan en las terminales portuarias de Veracruz, Coatzacoalcos y Tuxpan.
También lo involucran en el ramo de los bienes raíces, en la que posee terrenos urbanos en el primer cuadro de las principales ciudades del estado.
De igual forma lo consideran accionista de una importante firma bancaria española con actividades financieras en México.
Y lo que es ya un secreto a voces, es la sociedad que mantiene con el exgobernador Alemán en la empresa aérea Internet.
Y al igual que su homólogo Tours Castelo, la incursión del licenciado Herrera Beltrán en el terreno de los negocios, nace siendo gobernador de un estado criticado siempre por la protección que reciben los capos de la droga.
Sólo basta recordar ese vergonzante capítulo de las autoridades estatales, donde Albino Quintero Meraz fue tres años vecino del gobernador Miguel Alemán Velasco en el selecto fraccionamiento Costa de Oro, de Boca del Río.
El narcotraficante entraba y salía de la exquisita zona habitacional, incluso pasaba frente a la residencia alemanista y saludaba a los guardias que la custodiaban.
Y sospechosamente nadie sabía quién era ese sujeto que viajaba en carros blindados con tres vehículos escoltándolo.
Ni siquiera el ascendente chofer y escolta Montano, que había sido entrenado para detectar y enfrentar a grupos terroristas.
El principal contacto del gobierno alemanista con don “Beto”, fue el comandante de la Secretaría de Seguridad Pública del estado, Rafael Palomba Márquez, que paga toda la culpa de la protección brindada, al estar en la cárcel de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, sentenciado a 26 años de prisión.
Condena brutal que no pudo evitar la influencia ni el dinero que ofrecía al juez federal de la causa un influyente abogado jarocho, al servicio del alemnismo, y coincidentemente también al fidelismo.
Mientras llega el juicio final o aparece el karma que cobra las malas acciones de los humanos, las especulaciones sobre su enriquecimiento inexplicable, seguramente serán motivo de risa en el buen tío Fide.
Y le asistirá la razón.
Nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario.
Pero hay ejemplos que pondrían los pelos de punta a cualquiera.
El exgobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, en el éxtasis de su mandato, siempre negó las versiones que terminaron llevándolo a prisión, para convertirlo hoy en un guiñapo humano que los gringos quieren llevarse.
Eduardo Bours Castelo, censura las incriminaciones periodísticas fundamentadas que le hacen.
Pero lo cierto es que está en la mira de la Procuraduría General de la República.
¿Y mi amigo Fidel?
¿Cuál es su defensa ante la inmensa fortuna acumulada?
Aún bajándose de ese interminable paseo de las nubes que realiza, ignoro si el tiempo le alcanzaría para lavar su imagen que sus enemigos políticos de verdad, no de mentiritas, se encargan de ensuciar y tender en Los Pinos.
¿O usted qué opina?
Pareciera estar confiado de tener a dios agarrado de las orejas; pero se olvida que el diablo anda suelto, y trae tantas ganas de convertir sus días de gloria en el peor de sus infiernos.
Por eso desde el más nivel de inteligencia lo vigilan, acechan y documentan todos sus errores políticos que, aseguran, escribirán su epitafio.
Y no es para menos.
El joven mandatario veracruzano anda destapado, sin brújula y viviendo en un mundo de maravillas, como el de Alicia, ese cuento encantado que alguna le describió al presidente Vicente Fox, que veía a México como un país de sueños imaginarios.
Lo único real fueron los negocios millonarios que hicieron doña Martha Sahagún y sus hijos los hermanos Bribiesca.
Siguiendo el tema de la corrupción y el tráfico de influencias, en días pasados una importante revista nacional exhibió las andanzas del gobernador priísta de Sonora Eduardo Bours Castelo.
Lo señala de amasar una millonaria fortuna aprovechando el cargo para convertirse en un prominente empresario, en una entidad entregada a las bandas del narcotráfico.
Algo parecido sucede con el ejecutivo estatal.
Son muchas las versiones documentadas que mi amigo Fidel juega en el gobierno de Veracruz, la mejor de sus temporadas políticas.
Versiones estrictamente documentadas aseguran que anda bateando arriba de los 300, haciendo los grandes negocios, que le den tranquilidad una vez que en el 2010 se retire de la actividad política para dedicarse a sus clases y a su despacho, como él mismo lo ha expresado.
Presuntamente lo tienen ubicado como dueño de hoteles cinco estrellas, instalados en los principales centros turísticos del país; es propietario de varias empresas graneleras que operan en las terminales portuarias de Veracruz, Coatzacoalcos y Tuxpan.
También lo involucran en el ramo de los bienes raíces, en la que posee terrenos urbanos en el primer cuadro de las principales ciudades del estado.
De igual forma lo consideran accionista de una importante firma bancaria española con actividades financieras en México.
Y lo que es ya un secreto a voces, es la sociedad que mantiene con el exgobernador Alemán en la empresa aérea Internet.
Y al igual que su homólogo Tours Castelo, la incursión del licenciado Herrera Beltrán en el terreno de los negocios, nace siendo gobernador de un estado criticado siempre por la protección que reciben los capos de la droga.
Sólo basta recordar ese vergonzante capítulo de las autoridades estatales, donde Albino Quintero Meraz fue tres años vecino del gobernador Miguel Alemán Velasco en el selecto fraccionamiento Costa de Oro, de Boca del Río.
El narcotraficante entraba y salía de la exquisita zona habitacional, incluso pasaba frente a la residencia alemanista y saludaba a los guardias que la custodiaban.
Y sospechosamente nadie sabía quién era ese sujeto que viajaba en carros blindados con tres vehículos escoltándolo.
Ni siquiera el ascendente chofer y escolta Montano, que había sido entrenado para detectar y enfrentar a grupos terroristas.
El principal contacto del gobierno alemanista con don “Beto”, fue el comandante de la Secretaría de Seguridad Pública del estado, Rafael Palomba Márquez, que paga toda la culpa de la protección brindada, al estar en la cárcel de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, sentenciado a 26 años de prisión.
Condena brutal que no pudo evitar la influencia ni el dinero que ofrecía al juez federal de la causa un influyente abogado jarocho, al servicio del alemnismo, y coincidentemente también al fidelismo.
Mientras llega el juicio final o aparece el karma que cobra las malas acciones de los humanos, las especulaciones sobre su enriquecimiento inexplicable, seguramente serán motivo de risa en el buen tío Fide.
Y le asistirá la razón.
Nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario.
Pero hay ejemplos que pondrían los pelos de punta a cualquiera.
El exgobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, en el éxtasis de su mandato, siempre negó las versiones que terminaron llevándolo a prisión, para convertirlo hoy en un guiñapo humano que los gringos quieren llevarse.
Eduardo Bours Castelo, censura las incriminaciones periodísticas fundamentadas que le hacen.
Pero lo cierto es que está en la mira de la Procuraduría General de la República.
¿Y mi amigo Fidel?
¿Cuál es su defensa ante la inmensa fortuna acumulada?
Aún bajándose de ese interminable paseo de las nubes que realiza, ignoro si el tiempo le alcanzaría para lavar su imagen que sus enemigos políticos de verdad, no de mentiritas, se encargan de ensuciar y tender en Los Pinos.
¿O usted qué opina?
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