Al carajo las promesas de campaña para ganar adeptos que sufraguen por uno o cualquiera de los candidatos que habrán de disputarse las 21 diputaciones federales del estado de Veracruz.
Las actividades internas que realizan los abanderados del Partido Revolucionario Institucional para alcanzar la nominación oficial, y las campañas de todos los que enfrenten el trabajo proselitista rumbo al proceso electoral del primer domingo de julio, son mero trámite insignificante ya para la población votante.
De acuerdo a sondeos de opinión de organismo gubernamentales con miras a la elección intermedia, los resultados son escalofriantes.
El 25 por ciento de los habitantes de los cinco principales estados de la república con mayor número de votantes, como el Distrito Federal, Estado de México, y Veracruz, aseguraron en las entrevistas de encuesta “estar dispuestos a vender su voto al partido o candidato que les pague mejor precio”.
Argumentaron que “ de todos modos los candidatos que resultan ganadores salen igual o peor de rateros que los que dejan el cargo”.
Para los moralistas políticos que sueñan en un México del futuro que practique y alcance democracia plena, podrían infartarse o pegar el grito en el cielo de enterarse lo qué la gente piensa de los procesos electorales en el país.
Pero esa es la triste realidad mexicana en materia electoral; una cuarta parte de los ciudadanos en edad de votar, tienen en su cabeza la idea de comercializar su sufragio al mejor postor el día de los comicios, así estén juego presidencia de la república, gubernaturas, senadurías, diputaciones o alcaldías.
No echemos la culpa al electorado.
Los grandes responsables de la subasta de los votos que últimamente se viene presentando en las jornadas electorales, son las propias autoridades federales, estatales y municipales.
Y no es para menos etiquetarles a los gobernantes la culpabilidad de los cochineros en los que han convertido las elecciones en sus distintas demarcaciones.
Lo que manda el día del proceso electoral es don dinero, claro del partido político que lo tenga para gastarlo a manos llenas en aras que sus candidatos se alcen con la victoria.
En el estado de Veracruz, por ejemplo, según el Partido Acción Nacional las elecciones del 2004 y 2007 para elegir al gobernador sustituto del ratón Miguelito, a los 50 diputados locales y 212 presidentes municipales, respectivamente, el PRI y su Alianza Fidelidad por Veracruz, “tiraron la casa por la ventana”.
Denunciaron los dirigentes nacionales blanquiazules en su momento, que el entonces candidato al gobierno del estado Fidel Herrera Beltrán se gastó más mil 700 millones de pesos en su campaña política, y buena parte la ocupó para asegurar los votos suficientes para ganarle a su adversario panista Gerardo Buganza Salmerón, quien tampoco se quedó atrás en la compra de conciencias a través de sus principales operadores, entre éstos algunos priístas molestos porque Alemán terminó inclinándose por Fidel Herrera.
Ya como gobernador de Veracruz, Fidel le metió a la elección local del 2007 todo el dinero del FONDEN que, su cuaderno de doble raya, el presidente Fox le envió en 2006 para atender a las víctimas del huracán Stan que tocó tierras estatales los primeros días de octubre de 20005.
La de septiembre de 2007 fue una elección de estado, dijeron los panistas que no le vieron ni el polvo a la familia Fidelista comprando millares de sufragios para sus candidatos a diputados y alcaldes.
Miles de familias, a cuatro años de su desgracia con Stan, siguen esperando los apoyos que el gobierno calderonista por medio del FONDEN mandó para construir sus viviendas destruías por aquel desastre natural .
Pero a cambio Fidel pudo apoderarse del Congreso local y de los enanos mentales que tiene como legisladores de su partido, convirtiéndose en lo que él siempre había soñado…un todopoderoso emperador de Veracruz.
Por lo tanto, mis queridos lectores, no se espanten del escenario de pudedumbre que va presentarse en los comicios del próximo julio.
Reitero, al diablo los discursos demagógicos, las promesas que nunca cumplirán, las despensas, gorras, playeras o paraguas, que acostumbran regalarse en cada lucha por los votos.
Los ganadores serán aquellos que compren más votos.
Y cuatro meses antes del proceso, adelantamos aquí en este espacio, que voto cautivo pagarán 5 mil pesos, y si en cada familia cuatro miembros de ella sufragan, serán 20 mil pesotes los que ingresen de golpe y porrazo a ese hogar en tiempos de crisis.
Yo pregunto…
¿Tendrá el gobernador Fidel Herrera los millones de pesos suficientes para comprar votos a razón de cinco mil pesos cada uno?
Porque los azules, tienen para eso y mucho más.
Y si no, al tiempo.
¿O usted qué opina?
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