Se fue el general Homero Gamboa Martínez.
Renunció a la dirección de Tránsito estatal, pese a que el gobernador insistía en no aceptarle su dimisión al cargo y le daba largas a la solicitud.
Pero el militar brigadier terminó por fastidiarse hasta de la propia actitud pasiva y sorda de Fidel Herrera ante sus reclamos de “sanear la casa”.
El funcionario Fidelista ya no soportó tanta pudedumbre al interior de la dependencia, provocada por los grandes negocios que en forma descarada realizan los amigos del gobernador enquistados en los puestos claves de Tránsito y Transporte.
Gamboa Martínez asumió el cargo el 26 de febrero de 2008 sustituyendo a Martha Montoya Pereyra, y creyó que Tránsito del estado era una caja de cristal que administraría con transparencia.
Nunca imaginó que la institución es el refugio de vándalos y sinvergüenzas que bajo el manto de la complicidad de palacio de gobierno, están hinchándose de dinero revendiendo placas para el servicio público de pasajeros en la modalidad de taxis y por las dádivas económicas que reciben del pulpo camionero.
Cuando empezó a detectar los olores nauseabundos de la cloaca, de la sorpresa cayó en la admiración y el enojo, principalmente al ver quiénes operaban la red de corrupción en Tránsito.
Creyendo en forma inocente en los discursos de honestidad y anticorrupción del gobernador Fidel Herrera, el director Gamboa fue a contarle de la herencia maldita que le había heredado la Montoya, su antecesora, mujer modesta que llegó a la dependencia estatal con una mano atrás y la otra adelante, y se fue, inmensamente millonaria.
Conforme fue empapándose de los asuntos de la dirección de Tránsito y Transporte, Ilusamente el general Gamboa creía descubrir el hilo negro de la institución a su mando, tanto que corría en busca de su jefe Fidel para “ponerlo al tanto de las pillerías que se cometían”, pensando que éste las ignoraba.
El militar retirado le llevó al gobernante estatal una lista de tres nombres y apellidos de los zares del trinquete y el soborno en Tránsito, hasta le dio pelos y señales de los hoteles xalapeños en los que éstos acostumbran reunirse para recibir las “tajadas correspondientes de manos de los todos los delegados en las principales ciudades o plazas del estado”.
Los informes de Gamboa Martínez llevaban la identificación de los cabecillas, los mismos que entraban con las manos vacías a los hoteles Xalapa y Posada Xallapan y salían con sospechosos portafolios negros de piel, llevando dentro parte del pastel de la corrupción.
Así también comunicó al mandatario de las cantidades de concesiones para taxis que esa mafia bien organizada en Tránsito, entregaba o prometía a particulares a razón de 150 y hasta 200 mil pesos, cantidad que se repartían entre los integrantes de la banda.
Como resultado a sus “investigaciones”, Homero recomendaba al gobernador Herrera “correr y someter a juicio penal por corrupción a varios de los principales funcionarios que mueven el negocio en Tránsito.
Lo que el general Homero Gamboa ignoró al principio de su arribo a Tránsito fue que si había alguien mejor enterado de todas las trinquiñuelas que se realizan en esa dirección, ese se llama Fidel Herrera Beltrán.
Y que el presunto principal operador, el que mueve el teje y maneje, ese que encabezaba su lista de corruptos sospechosos, de nombre Julio Cerecedo, es el hombre de todas las confianzas del gobernador, a quien ya conocen como el recaudador oficial en asuntos de transporte.
Se presume, es Cerecedo el que lleva a Fidel todos los portafolios negros que recoge a cada uno de los delegados en sus reuniones secretas de fin de mes.
Fueron por esas cuestiones de $pesos antes descritas, que las acusaciones del entonces titular de Tránsito y Transporte de Veracruz contra el hampa Fidelista en dicha dependencia estatal, terminaron siendo gritos en el desierto.
El general brigadier obsesionó en “limpiar la casa de corruptos”, y Fidel en fingir demencia ante los reclamos de su subalterno.
Durante los casi 13 meses al frente de Tránsito, Gamboa recibió la misma respuesta de parte de Fidel… Silencio, puro silencio.
O mejor dicho, fiel a sus costumbres, el gobernador siempre agarró de pendejo al militar retirado diciéndole que cesaría a los deshonestos funcionarios que él señalaba.
Hasta que ayer reventó el cuete, al anunciar Homero su renuncia, sin siquiera haberle informado antes al político de Nopaltepec.
A ver cuánto aguanta el coronel Enrique Cano Granier, el sucesor, porque Tránsito es terreno minado por tanta transa con las concesiones para taxis.
Tarde o temprano la bomba explotará, y júrenlo amables lectores que chivos espiatorios pagarán los platos rotos.
El fuero de la impunidad Fidelista protegerá s a los verdaderos culpables.
¿O usted qué opina?
Renunció a la dirección de Tránsito estatal, pese a que el gobernador insistía en no aceptarle su dimisión al cargo y le daba largas a la solicitud.
Pero el militar brigadier terminó por fastidiarse hasta de la propia actitud pasiva y sorda de Fidel Herrera ante sus reclamos de “sanear la casa”.
El funcionario Fidelista ya no soportó tanta pudedumbre al interior de la dependencia, provocada por los grandes negocios que en forma descarada realizan los amigos del gobernador enquistados en los puestos claves de Tránsito y Transporte.
Gamboa Martínez asumió el cargo el 26 de febrero de 2008 sustituyendo a Martha Montoya Pereyra, y creyó que Tránsito del estado era una caja de cristal que administraría con transparencia.
Nunca imaginó que la institución es el refugio de vándalos y sinvergüenzas que bajo el manto de la complicidad de palacio de gobierno, están hinchándose de dinero revendiendo placas para el servicio público de pasajeros en la modalidad de taxis y por las dádivas económicas que reciben del pulpo camionero.
Cuando empezó a detectar los olores nauseabundos de la cloaca, de la sorpresa cayó en la admiración y el enojo, principalmente al ver quiénes operaban la red de corrupción en Tránsito.
Creyendo en forma inocente en los discursos de honestidad y anticorrupción del gobernador Fidel Herrera, el director Gamboa fue a contarle de la herencia maldita que le había heredado la Montoya, su antecesora, mujer modesta que llegó a la dependencia estatal con una mano atrás y la otra adelante, y se fue, inmensamente millonaria.
Conforme fue empapándose de los asuntos de la dirección de Tránsito y Transporte, Ilusamente el general Gamboa creía descubrir el hilo negro de la institución a su mando, tanto que corría en busca de su jefe Fidel para “ponerlo al tanto de las pillerías que se cometían”, pensando que éste las ignoraba.
El militar retirado le llevó al gobernante estatal una lista de tres nombres y apellidos de los zares del trinquete y el soborno en Tránsito, hasta le dio pelos y señales de los hoteles xalapeños en los que éstos acostumbran reunirse para recibir las “tajadas correspondientes de manos de los todos los delegados en las principales ciudades o plazas del estado”.
Los informes de Gamboa Martínez llevaban la identificación de los cabecillas, los mismos que entraban con las manos vacías a los hoteles Xalapa y Posada Xallapan y salían con sospechosos portafolios negros de piel, llevando dentro parte del pastel de la corrupción.
Así también comunicó al mandatario de las cantidades de concesiones para taxis que esa mafia bien organizada en Tránsito, entregaba o prometía a particulares a razón de 150 y hasta 200 mil pesos, cantidad que se repartían entre los integrantes de la banda.
Como resultado a sus “investigaciones”, Homero recomendaba al gobernador Herrera “correr y someter a juicio penal por corrupción a varios de los principales funcionarios que mueven el negocio en Tránsito.
Lo que el general Homero Gamboa ignoró al principio de su arribo a Tránsito fue que si había alguien mejor enterado de todas las trinquiñuelas que se realizan en esa dirección, ese se llama Fidel Herrera Beltrán.
Y que el presunto principal operador, el que mueve el teje y maneje, ese que encabezaba su lista de corruptos sospechosos, de nombre Julio Cerecedo, es el hombre de todas las confianzas del gobernador, a quien ya conocen como el recaudador oficial en asuntos de transporte.
Se presume, es Cerecedo el que lleva a Fidel todos los portafolios negros que recoge a cada uno de los delegados en sus reuniones secretas de fin de mes.
Fueron por esas cuestiones de $pesos antes descritas, que las acusaciones del entonces titular de Tránsito y Transporte de Veracruz contra el hampa Fidelista en dicha dependencia estatal, terminaron siendo gritos en el desierto.
El general brigadier obsesionó en “limpiar la casa de corruptos”, y Fidel en fingir demencia ante los reclamos de su subalterno.
Durante los casi 13 meses al frente de Tránsito, Gamboa recibió la misma respuesta de parte de Fidel… Silencio, puro silencio.
O mejor dicho, fiel a sus costumbres, el gobernador siempre agarró de pendejo al militar retirado diciéndole que cesaría a los deshonestos funcionarios que él señalaba.
Hasta que ayer reventó el cuete, al anunciar Homero su renuncia, sin siquiera haberle informado antes al político de Nopaltepec.
A ver cuánto aguanta el coronel Enrique Cano Granier, el sucesor, porque Tránsito es terreno minado por tanta transa con las concesiones para taxis.
Tarde o temprano la bomba explotará, y júrenlo amables lectores que chivos espiatorios pagarán los platos rotos.
El fuero de la impunidad Fidelista protegerá s a los verdaderos culpables.
¿O usted qué opina?
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