El dirigente de la Unión General Obrera Campesina y Popular (UGOCP) Margarito Montes Parrra y por lo menos 14 de sus acompañantes fueron acribillados en el rancho “Alamillo”, ubicado en el kilómetro 26 de la carretera a Hornos Tesopaco, en el municipio de Cajeme, estado de Sonora.
De acuerdo al reporte de la Cruz Roja de aquella entidad, cuando a las 15:50 horas llegaron al lugar de la tragedia, encontraron a 18 personas lesionadas por armas de fuego, de las cuales 14 se encontraban sin vida.
Entre los muertos figuran Gabriela Orozco pareja sentimental de Margarito y los hijos de ambos, empleados del dirigente y guardaespaldas personales.
La última vez que se le vio al líder nacional de la UGOCP en Veracruz, fue el pasado 26 de septiembre, precisamente cuando el expresidente Carlos Salinas de Gortari estuvo en el puerto jarocho, en una comida convocada por empresarios veracruzanos afines al gobierno del estado.
Para nadie es extraña la amistad que unía a Montes Parra con la familia Salinas de Gortari, especialmente con el hermano incómodo, Raúl Salinas de Gortari, fundador real de la UGOCP en 1989, bajo el liderazgo de Margarito.
A través de CONASUPO, Raúl y Margarito hicieron los millonarios negocios jamás imaginados; con el manto protector presidencial la UGOCP nació y creció en todo el país.
Cuando en 1995 Raúl Salinas de Gortari es encarcelado por la autoría intelectual de la muerte de su cuñado Francisco Ruiz Massiue, la visita que siempre tuvo en la cárcel de alta seguridad de Almoloya de Juárez, fue la de Margarito Montes Parra, quien además era el mensajero de su hermano Carlos Salinas, exiliado en Irlanda.
En los intereses de la UGOCP por Veracruz, entidad que le traía malos recuerdos por los asesinatos de dos de sus hermanos en la cuenca del Papalopan, Montes Parra encabezó batallas de sangre con otras organizaciones en disputa por las tierras.
Margarito y su UGOCP siempre fueron artífices y brazos ejecutores al servicio del gobierno en turno.
Sobran ejemplos de trabajos sucios al servicio del estado.
Por ejemplo se recuerda el 1995 cuando Montes Parra y su organización al servicio del gobierno de Patricio Chirinos Calero, por órdenes del poderoso secretario de gobierno Miguel Ángel Yunes Linares, invadieron el rancho el Okú, propiedad del hoy extinto Cirilo Vázquez Lagunes.
Bastó una llamada de Vázquez Lagunes, desde el reclusorio Oriente donde de encontraba detenido, a Margarito, para que la UGOCP desocupara el predio de más de 800 hectáreas.
En los casos más recientes de presunta participación de Montes Parra y su UGOCP, fue en la muerte del dirigente de la CROCUP, César Toimil Roberts, acribillado el 15 de enero de 2006, en el estado de Oaxaca, con quien Margarito tenía diferencias de amenazas de muerte por disputas de tierras.
Después de la muerte de Toimil, Margarito concentro sus actividades en su estado natal Sonora, donde hace dos años mataron a uno de sus hijos, y en cuya entidad, se presume que con el apoyo del gobernador priíista en turno, Eduardo Tours Castelo, andaba desatado invadiendo tierras de caciques sororenses.
En cuanto al gobierno de Veracruz, se sabe que Margarito Montes Parra tenía excelentes relaciones de trabajo con el gobernador Fidel Herrera Beltrán, con quien, involucrando a su organización, planeaba diversos proyectos productivos para la entidad.
La última vez que se le vio al líder de la UGOCP en el estado, fue precisamente el pasado 26 de septiembre en el hangar privado del aeropuerto internacional Heriberto Jara Corona, minutos después de la llegada del expresidente Salinas.
Y claro, Montes Parra no llegó a la terminal aérea jarocha por sus pistolas, sino que lo hizo porque su amigo Carlos Salinas de Gortari, le pidió que lo esperara en ese lugar.
Por su estrecha amistad con el poderoso Salinas, Montes Parra se dio el lujo de despreciar invitaciones que le hicieran connotados miembros y arrastrados del gobierno Fidelista para que pasara a ver al ex presidente en la sala privada del hangar.
Montes Parra los escuchó, pero también los ignoró, a sabiendo de su entrañable amistad con Salinas.
Pero, bueno, ese es tema de otro comentario.
¿O usted qué opina?