miércoles, 2 de diciembre de 2009

CALDERÓN A LA MITAD DEL RÍO…

Se cumplieron tres años de Felipe Calderón en la presidencia de la república.
Y nadie más que al pueblo mexicano corresponde juzgar logros y desaciertos obtenidos por el gobierno federal en la mitad de su administración pública.
Como suele suceder, las críticas satanizando el trabajo del presidente Calderón no se hicieron esperar; están lloviéndole por todos lados, y de ineficiente, incapaz, pequeño o gris, no lo bajan.
Y claro, sus principales detractores son los políticos opositores a su partido y simpatizantes de otras corrientes partidistas, entre los que se encuentran connotados columnistas y editores capitalinos que, con tinta y papel resuelven los grandes y graves problemas nacionales que enfrenta la nación.
Es cierto, México atraviesa por una de las crisis económicas más agresivas de su historia, producto de la recesión en las finanzas internacionales.
El impacto en el país ha sido brutal, demoledor para las clases populares que suman alrededor de 70 millones de mexicanos en pobreza extrema.
Pese al maquillaje en las cifras oficiales, millones de obreros y empleados han sido lanzados a las calles por sus patrones, y el fantasma del desempleo sigue azotando todos los rincones productivos de la geografía nacional.
Y si a la desgracia de México en materia financiera le sumamos el flagelo del narcotráfico y el crimen organizado que amenaza la seguridad pública, el futuro para el país no es nada halagador; claro, sin contar ese incurable mal canceroso llamado corrupción, ramificado en todas las instituciones de las tres instancias de gobierno.
Para los agoreros del desastre, los problemas de la nación han tocado fondo en los dos últimos gobiernos emanados del Partido Acción Nacional, el de Fox (2000-2006) y los tres primeros años de Calderón.
Tan desastrosa califican la situación política y económica en México, que anuncian estallidos sociales, como punta de lanza de una nueva revolución para el 2010, al cumplirse 200 años de la gesta de independencia de Hidalgo, y 100 años del movimiento armado de Francisco I. Madero.
Sin embargo, poner en la hoguera al presidente Calderón en la primera etapa de su mandato interponiendo todo tipo de afectos partidistas, no lleva al país a ninguna parte, mucho menos alivian sus males.
Antes de caer en juicios estériles, los mexicanos en su conjunto debemos poner en una balanza el trabajo de Calderón.
¿Hasta dónde ha logrado México caminar, y dónde se quedó estacionado en lo que va del gobierno calderonista?
¿Hacia dónde se encaminaron más las políticas de la federación en los últimos tres años, a lo electoral o a lo social?
Cualquiera que sean las respuestas, son sinónimo de los resultados que ha logrado alcanzar el régimen de Felipe Calderón al encontrarse a mitad de su mandato.
Y sin lugar a dudas representan el trabajo, bueno o malo, de sus colaboradores, principalmente en las secretarías de economía y desarrollo social, que representan la columna vertebral de su gabinete, porque las carencias del país son crecimiento, marginación y pobreza.
Si los secretarios de Economía, primero Eduardo Sojo, y ahora Gerardo Ruiz Mateos, y de Desarrollo Social, Ernesto Cordero Arroyo, sucesor de Beatriz Zavala Peniche, no han cumplido con la responsabilidad encomendadas por Calderón, las expectativas de desarrollo se mantienen frenadas.
Y si México no avanza, es el presidente quien carga con la imagen pública de responsabilidad.
La sentencia popular señala que cuando un gobernante falla, el pueblo se las cobra en las urnas, y quizás a eso se deban los resultados adversos que el instituto político de Calderón ha cosechado en todas las jornadas electorales, de 2007 a la fecha.
Con Calderón en Los Pinos, el PAN viene muriendo; ha perdido todos los procesos electorales, y el pasado 5 de julio recibió el tiro de gracia.
Y no es para menos…
Al frente del CEN han sido designados mequetrefes incendiarios y pendencieros, cuyos únicos logros son haber puesto de rodillas al partido blanquiazul, orgullo de Gómez Morín.
Primero Germán Martínez Cázarez, y hoy César Nava Vázquez, quien enfrentará en 2010 los comicios en 10 estados que renovarán gobernadores, y cuyos pronósticos señalan que el PRI podría llevarse por lo menos siete, si no es que carro completo otra vez.
Y los resultados electorales del próximo año serán el termómetro para medir otra vez el ánimo ciudadano hacia el presidente Calderón, y marcarán el destino de Acción Nacional para el 2012.
La bandera calderonista para 2010 y los dos años siguientes que resten a su administración, seguirá siendo su implacable lucha contra la delincuencia organizada, en aras de regresarle a los mexicanos la seguridad y tranquilidad arrebatadas.
El nuevo Centro de Inteligencia de la Secretaría de Seguridad Pública federal inaugurado días pasados, manifiesta que continúa la guerra contra las mafias del crimen organizado.
Debe reconocerse la preocupación y ese deseo inquebrantable del presidente, enfrentándose incluso a poderosos gobernadores que se presume, mantenían maridaje con los delincuentes, como fue el caso del estado de Michoacán.
Al parecer el combate a los sanguinarios grupos delictivos arraigados en el país, no termina de convencer a la mayoría de los mexicanos que también tienen hambre y sed, y para desgracia han sido corridos de sus empleos.
En efecto, las simpatías ciudadanas no se muestran favorables al gobierno que encabeza Calderón, por los motivos, causas, razón o circunstancias que ello lo originen.
Pero faltan al presidente todavía tres años…
En los que se ve obligado a realizar cambios profundos en sus políticas de gobierno, que permitan a México retomar el camino perdido.
Para lograrlo, es imprescindible el apoyo de gobernadores y autoridades municipales, sean de izquierda, derecha o del centro.
Basta ya de enfrentamientos partidistas.
México y sus futuras generaciones merecen mejor suerte.
¿O usted qué opina?

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