Con un agregado…
Esos muertos espantan a incrédulos que sueñan con fantasmas, porque en el insomnio que sufren, ven poderosos a los pendejos.
Es el caso de Samuel Aguirre Ochoa, eterno regenteador de Antorcha Campesina en el estado de Veracruz.
Vividor del presupuesto oficial y de otras actividades presuntamente nada lícitas, el seudo dirigente antorchista, mal agradecido al instituto político que le ha dado todo, y sin vergüenza alguna, se atreve a retar al gobernador Fidel Herrera y a su partido el revolucionario institucional.
Aguirre Ochoa ha vociferado que “no apoyará al candidato del PRI a diputado federal en el distrito electoral de Córdoba, el doctor Javier Duarte, hasta en tanto no le paguen alrededor de 300 millones de pesos, quien sabe porqué concepto legal, que no dudo que realmente sean por cochupos.
Hasta el más ingenuo en política se moriría de risa de las amenazas del enfermo físico y mental Samuel, que muestra signos de desesperación por la falta de ingresos públicos, porque en su organización nadie paga cuotas de ningún tipo.
La riqueza que tiene Aguirre Ochoa se la debe al PRI, él es un parásito que por cuenta propia nada produce, siempre ha sido un esquirol del partido tricolor.
Tan es un pobre miserable en materia política que a nadie representa, que los cargos de elección popular que ha ostentado los tuvo por el dedazo de la vía plurinominal, en virtud que en una elección no gana ni siquiera en la casilla de su domicilio.
Y ante la falta de una mejor oferta política, el antorchista agarró la amenaza como instrumento para influir miedo y temor entre los gobernantes, método que le ha funcionado por décadas para seguir enquistado en la organización Antorcha Campesina, creada como grupo de choque en el gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari, y según se cuenta, era financiada por el narcotraficante del sexenio Juan García Ábrego.
Y los antecedentes de Samuel Aguirre, giran en el mismo contexto.
Investido como diputado local en la administración de Miguel Alemán y distinguiéndose por ser amigo personal del extinto José Luis Santiago Vasconcelos como alto funcionario antidrogas de la PGR, Aguirre Ochoa se daba el lujo de pasearse por las calles jalapeñas tripulando lujosas camionetas protegidas con el más alto blindaje.
Además de fuero constitucional, el dirigente de Antorcha Campesina osaba llevar en el vehículo sospechosos portafolios, dicen, hasta el tope de dólares.
Teniendo como protector a Santiago Vasconcelos, Samuel era poderoso, rico y además intocable.
Pero la suerte se le acabó.
Ahora busca espantar con la sombra del petate del muerto, o al menos que por antecedentes, tenga algún vínculo con las bandas del crimen organizado que están asentadas en territorio veracruzano.
Por lo pronto, sin la charola de diputado y la muerte del funcionario federal, han llevado a Samuel al ostracismo político y a la mendicidad financiera, no porque no tenga para comer, sino porque quiere el dinero del erario para seguir manteniéndose.
Y que mejor manera que amenazar al gobernador con no apoyar a su candidato estrella, Javier Duarte en Córdoba.
Y como a Fidel cualquier ignorante lo espanta y engatusa, anda temblando porque Antorcha no apoyará al doctor Duarte.
Qué ingenuidad del político de Nopaltepec.
Pero la historia no termina.
Hasta donde se sabe, Samuel Aguirre es manejado por el secretario de Gobierno Reynaldo Escobar Pérez, que aseguran lo tiene en nómina como asesor en asuntos agrarios.
Cuentan que en días pasados el “acaudalado hombre de leyes” que sirve a Fidel, embrutecido por el dios baco en un negocio propiedad de su esbirro Dalos Ulises, le dio por vociferar que “Fidel no iba acabársela, que haberle pedido la renuncia le costaría muy caro, y que para vengarse usaría a los antorchistas de su cuate Samuel Aguirre”.
Qué grave para el mandatario veracruzano, si comprueba que el fuego proviene de casa.
Desde luego que no sería nada extraño.
Alrededor del gobierno estatal se han conformado grupos que lejos de caminar al lado de Fidel, ven por sus intereses personales del futuro.
Son los cuervos que lleva criando cuatro años mi amigo Fidel.
Y que por supuesto, no dudo que estén ansiosos por sacarle los ojos.
¿O usted qué opina?