Javier Duarte, solo y engañado.
A unos cuantos días que abandone la Secretaría de Finanzas, su futuro político es incierto.
Será candidato de unidad del PRI a diputado federal por el distrito de Córdoba, pero las encuestas reales no garantizan que se levante con el triunfo electoral.
Es indudable que sus operadores políticos están fallando, y en consecuencia lo engañan con cifras maquilladas, muy lejos de la realidad que ofrecen los cordobeses en torno a su candidatura.
La gente cercana al doctor se ha encargado de diseñarle un panorama de luces y colores, donde le dicen que solo él brilla para los habitantes de la ciudad de los 30 caballeros.
Lo que representa una farsa criminal.
De acuerdo a datos no oficiales de los últimos sondeos realizados en aquella demarcación electoral, para los electores de Córdoba, Javier Duarte sigue siendo
Una candidatura, a quien todavía dudan entregarle su voto el primer domingo de julio próximo.
En contraste, los informes que Duarte recibe son verdaderamente temerarios.
Los operarios políticos del todavía funcionario estatal, tienen el cinismo de hacerle creer que “todo es miel sobre Hojuelas”; al grado de asegurar que “la elección resultará papita para el Secretario de Finanzas”, porque no tiene adversario político enfrente, ni del PAN, PRD o Convergencia.
Qué gran mentira.
Y mi amigo Javier, no merece ser víctima de tanta infamia y perversidad.
Si el doctor Duarte ha cometido errores como persona, uno de ellos es tener la cualidad de saber ser amigo; que ha sido traicionado por los mismos amigos cercanos al gobernador; que escucha y atiende a los verdaderos comunicadores, aquellos que le dicen la verdad y que nunca lo adularían a cambio de dádivas, ni de ningún tipo de componendas.
Como servidor público al lado del gobernador Fidel Herrera, ha dado lo mejor de si mismo.
Además del más fiel de los colaboradores del mandatario veracruzano, Javier se ha caracterizado por ser cuidadoso del dinero del pueblo, manejándolo con sigilo y austeridad, nunca cayendo en el despilfarro desmedido.
El funcionario Fidelista nunca se ha visto involucrado en escándalos por corrupción o enriquecimiento inexplicable, mucho menos se le conocen mansiones, residencias, casas de campo, ranchos ganaderos, cuadras de caballos de carreras pura sangre o vehículos lujosos, cuya adquisición estén bajo sospecha.
En suma, Javier Duarte y Ochoa, es quizás el único colaborador del gobernador que podría mirarlo de frente, sin vergüenza ni resentimientos de traición o deslealtad.
Entonces yo me pregunto…
¿Por qué mentirle sobre la realidad política en relación a su candidatura?
Lo cierto es que el joven Javier, no es responsable que su nombre, hasta la primer semana de diciembre de 2008, no haya tenido el impacto deseado entre la ciudadanía cordobesa.
Por dinero no ha parado la precampaña del doctor Duarte.
El responsable de las finazas del gobierno Fidelista, entregó la chequera abierta a sus operadores políticos para que promocionaran su nombre, obra y trabajo en la administración estatal.
Sólo que éstos, en vez de invertir los recursos en las tareas de precampaña, clavaron buena parte del dinero en sus cuentas bancarias, y el resto lo usaron para comprar carros y camionetas de lujo.
Sería oficioso dar nombres de esos farsantes que han abusado y sorprendido la buena fe de Javier, pero él debe saber a quiénes me refiero.
Son los mismos cabecillas que se han encargado de meterle a Duarte, con cargo al erario estatal, una larga lista de cochupos de portaleros, presuntos dueños de periodiquitos cristianos y editados a todo color y que en forma ruin y escandalosa semanalmente se regalan al por mayor en las esquinas del primer cuadro de esta ciudad capital.
Todos conocemos los sucios negocios de las gentes de SEFIPLAN cercanas al secretario de Finanzas, pero al parecer el único que lo desconoce es el propio funcionario.
Por el panorama expuesto, me atrevo a escribir que Javier se encuentra solo y engañado.
Su candidatura está prendida de alfileres.
Además de confiar en personas nefastas, quizás el principal error de Javier sea encontrarse prendido de las valencianas de Fidel, al igual que la gran mayoría de los jóvenes fidelistas, que fueron educados para obedecer al negro, pero no se les permitió brillar con luz propia.
Y por ello, quienes sean candidatos a diputados federales, sufrirán para triunfar, a menos que Fidel los lleve de la mano recorriendo los distritos electorales.
Reitero que es indudable la lealtad de Duarte al político de Nopaltepec.
Conozco a Fidel desde hace más de 30 años, cuando ni siquiera abrazaba el sueño de llegar a ser gobernador. Se de todas sus debilidades; el truco de fingir demencia es uno de sus viejas mañas para olvidar acuerdos.
Por lo tanto…
Ya es público y notorio que Fidel busca afanosamente negociar la entrega del poder, para salvarse, ya que a estas alturas su situación política ante los pinos es de incertidumbre e inseguridad.
No sería honesto y saludable que Javier Duarte pagara los platos rotos; de una aventura política desquiciada, incierta y ya perdida.
En cuanto a Duarte, él no tiene a su chapulín colorado, que lo salve.
¿O usted qué opina?
A unos cuantos días que abandone la Secretaría de Finanzas, su futuro político es incierto.
Será candidato de unidad del PRI a diputado federal por el distrito de Córdoba, pero las encuestas reales no garantizan que se levante con el triunfo electoral.
Es indudable que sus operadores políticos están fallando, y en consecuencia lo engañan con cifras maquilladas, muy lejos de la realidad que ofrecen los cordobeses en torno a su candidatura.
La gente cercana al doctor se ha encargado de diseñarle un panorama de luces y colores, donde le dicen que solo él brilla para los habitantes de la ciudad de los 30 caballeros.
Lo que representa una farsa criminal.
De acuerdo a datos no oficiales de los últimos sondeos realizados en aquella demarcación electoral, para los electores de Córdoba, Javier Duarte sigue siendo
Una candidatura, a quien todavía dudan entregarle su voto el primer domingo de julio próximo.
En contraste, los informes que Duarte recibe son verdaderamente temerarios.
Los operarios políticos del todavía funcionario estatal, tienen el cinismo de hacerle creer que “todo es miel sobre Hojuelas”; al grado de asegurar que “la elección resultará papita para el Secretario de Finanzas”, porque no tiene adversario político enfrente, ni del PAN, PRD o Convergencia.
Qué gran mentira.
Y mi amigo Javier, no merece ser víctima de tanta infamia y perversidad.
Si el doctor Duarte ha cometido errores como persona, uno de ellos es tener la cualidad de saber ser amigo; que ha sido traicionado por los mismos amigos cercanos al gobernador; que escucha y atiende a los verdaderos comunicadores, aquellos que le dicen la verdad y que nunca lo adularían a cambio de dádivas, ni de ningún tipo de componendas.
Como servidor público al lado del gobernador Fidel Herrera, ha dado lo mejor de si mismo.
Además del más fiel de los colaboradores del mandatario veracruzano, Javier se ha caracterizado por ser cuidadoso del dinero del pueblo, manejándolo con sigilo y austeridad, nunca cayendo en el despilfarro desmedido.
El funcionario Fidelista nunca se ha visto involucrado en escándalos por corrupción o enriquecimiento inexplicable, mucho menos se le conocen mansiones, residencias, casas de campo, ranchos ganaderos, cuadras de caballos de carreras pura sangre o vehículos lujosos, cuya adquisición estén bajo sospecha.
En suma, Javier Duarte y Ochoa, es quizás el único colaborador del gobernador que podría mirarlo de frente, sin vergüenza ni resentimientos de traición o deslealtad.
Entonces yo me pregunto…
¿Por qué mentirle sobre la realidad política en relación a su candidatura?
Lo cierto es que el joven Javier, no es responsable que su nombre, hasta la primer semana de diciembre de 2008, no haya tenido el impacto deseado entre la ciudadanía cordobesa.
Por dinero no ha parado la precampaña del doctor Duarte.
El responsable de las finazas del gobierno Fidelista, entregó la chequera abierta a sus operadores políticos para que promocionaran su nombre, obra y trabajo en la administración estatal.
Sólo que éstos, en vez de invertir los recursos en las tareas de precampaña, clavaron buena parte del dinero en sus cuentas bancarias, y el resto lo usaron para comprar carros y camionetas de lujo.
Sería oficioso dar nombres de esos farsantes que han abusado y sorprendido la buena fe de Javier, pero él debe saber a quiénes me refiero.
Son los mismos cabecillas que se han encargado de meterle a Duarte, con cargo al erario estatal, una larga lista de cochupos de portaleros, presuntos dueños de periodiquitos cristianos y editados a todo color y que en forma ruin y escandalosa semanalmente se regalan al por mayor en las esquinas del primer cuadro de esta ciudad capital.
Todos conocemos los sucios negocios de las gentes de SEFIPLAN cercanas al secretario de Finanzas, pero al parecer el único que lo desconoce es el propio funcionario.
Por el panorama expuesto, me atrevo a escribir que Javier se encuentra solo y engañado.
Su candidatura está prendida de alfileres.
Además de confiar en personas nefastas, quizás el principal error de Javier sea encontrarse prendido de las valencianas de Fidel, al igual que la gran mayoría de los jóvenes fidelistas, que fueron educados para obedecer al negro, pero no se les permitió brillar con luz propia.
Y por ello, quienes sean candidatos a diputados federales, sufrirán para triunfar, a menos que Fidel los lleve de la mano recorriendo los distritos electorales.
Reitero que es indudable la lealtad de Duarte al político de Nopaltepec.
Conozco a Fidel desde hace más de 30 años, cuando ni siquiera abrazaba el sueño de llegar a ser gobernador. Se de todas sus debilidades; el truco de fingir demencia es uno de sus viejas mañas para olvidar acuerdos.
Por lo tanto…
Ya es público y notorio que Fidel busca afanosamente negociar la entrega del poder, para salvarse, ya que a estas alturas su situación política ante los pinos es de incertidumbre e inseguridad.
No sería honesto y saludable que Javier Duarte pagara los platos rotos; de una aventura política desquiciada, incierta y ya perdida.
En cuanto a Duarte, él no tiene a su chapulín colorado, que lo salve.
¿O usted qué opina?
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