martes, 27 de enero de 2009

EL FIDELISMO PERDIÓ LA BRÚJULA

La ignominia del gobernador Fidel Herrera.
Impresionante, asombrosa, sorprendente, insólita, y…
Me acabaría los calificativos de la Real Academia Española y no terminaría de admirar ese estilo, único en su género que el tío Fide tiene para fingir demencia.
En ocasiones hago presunción de conocer a Fidel hace más de 30 años, de saber sus virtudes, que son muchas, y sus defectos, que también tiene en montones, principalmente los de mañoso, farsante y embustero.
Creía ser el privilegiado de tener el compendio de los renglones torcidos de aquel joven cuenqueño, de tez morena, cabello ondulado, que conocí cuando usaba camisas a cuadro y pantalones acampanados, allá en los años setenta, su época de incursión en la actividad política.
Debo reconocer hoy que he quedado corto en mis descripciones hacia el político de Nopaltepec.
Entre otros ajustes, agregaría que es en verdad un genio de la simulación.
Si la demencia y la simulación se clasificaran por grados académicos, indudable que mi amigo Fidel, estaría en la cima del conocimiento, sería todo un señor doctor en la materia.
Muy por arriba del doctorado en derecho que pronto, sin acudir a clases, le regalarán Raúl Arias Lobillo y la Universidad Veracruzana, después que, desde este portal informativo le echamos a perder que en forma mañosa consiguiera el mismo titulo a través de la Universidad de Salamanca España.
Innegable que la rectoría de Fidel en demencia y simulación, es superior a sus aptitudes místicas y a todas las relacionadas con la brujerías que dice poseer.
Sólo así puedo entender que tenga el cinismo de salir a decir que “mi relación con el presidente Calderón, es de primera”.
Declaración de banqueta en el parque Juárez de esta ciudad de Xalapa, destacada como principal por los editores a su servicio, con la que sumaron a su favor otros 97 mil pesos, más el IVA, a la facturación mensual, con cargo al erario de los veracruzanos.
¿Relación de primera con Calderón?
A quién pretende engañar el mandatario estatal, usando otra vez como gancho, su ya desgastado petate del muerto.
Ante los ojos, no sólo de Veracruz, sino de la nación, el presidente Felipe Calderón da el mismo trato institucional a todos los gobernadores del país, no importando siglas partidistas.
Para el michoacano “no hay brothers”, como solía llamar Fox a Fidel y a otros ejecutivos estatales, con quienes sus hijastros hicieron los grandes negocios cambiándoles el uso de suelo a reservas territoriales propiedad de los estados, en las que construyeron hoteles cinco estrellas y decenas de miles de viviendas de interés popular que venden al Infonavit.
Si la relación entre Felipe y Fidel llama la atención, comparada con la de otros gobernadores, no es precisamente por ser “de primera”. Al contrario, se debe al distanciamiento del que ya todos están enterados.
Cuentan quienes dicen ser cercanos al círculo presidencial, que Calderón “no pasa a Herrera Beltrán; que sólo escuchar su nombre le provoca náuseas”.
Relatan que en una entrevista, a Calderón lo cuestionaron en tres ocasiones en relación al gobernador de Veracruz, y su respuesta, tres veces fue la misma…”corrupto, corrupto y corrupto”.
De ser verídica esa percepción presidencial, no es para menos.
El huésped de los Pinos tiene los pelos en las manos de cómo se las gasta el mandatario veracruzano. Comprobó personalmente las marrullerías de Fidel, cuando éste, por medio del entonces secretario privado César Nava, convenció a Calderón para que viniera al norte de Veracruz a entregar 5 mil casas a damnificados del huracán Dean, y mil escuelas que también fueron dañadas por el ciclón.
En esos días de mayo de 2008, Calderón requería del apoyo de los gobernadores para sacar su reforma energética, por lo que no dudó en aceptar la invitación Fidelista, aprovechando su gira de trabajo que realizaría por la huasteca de San Luis Potosí.
Escenario desastroso el que tuvo enfrente el ejecutivo federal, al mirar que las 5 mil viviendas de dos cuartos de 3 por 3 metros, y las mil escuelas, que él mismo entregaría a los beneficiados, lucían el color rojo de la Fidelidad, pero carecían agua, y tampoco tenían baños ni sistemas de drenaje.
El presidente, perdió las formas, irritado y visiblemente molesto preguntó al gobernador por “el agua, los baños y el drenaje”. Fidel que nunca esperó esa arremetida, palideció y no tuvo respuesta convincente.
Calderón Hinojosa se sintió engañado, representaban obras insultantes para los damnificados, construidas con recursos de la federación vía FONDEN, y lo hacían quedar en ridículo ante familias y estudiantes.
Fue de tal magnitud su enojo que, cuentan, regresó a Los Pinos con el semblante descompuesto por la ira.
Esa mañana en la sierra de Huayacocotla y otras localidades del norte del estado, el presidente ordenó cerrarle las llaves de los recursos federales al gobierno de Herrera Beltrán. Ni un peso más si no comprobaba cómo, dónde y en qué lo gastaba, fue la determinación.
Desde esa fecha, el trato de Calderón hacia el gobernador Herrera es frío y de indiferencia. Y si a la corrupción que ha enriquecido a muchos Fidelistas le agregamos los informes de la narcoviolencia y la protección que funcionarios del gobierno de Veracruz otorgan a las bandas criminales, no puede dar como resultado “relación de primera” entre Felipe y Fidel.
Y si todavía le sumamos los ladridos de algunos fidelistas quienes, por órdenes expresas del propio gobernador han osado denostar al presidente y a su partido Acción Nacional, exigiéndole se ponga a trabajar y meta orden en sus delegados estatales que usan recursos con tintes electorales, tampoco es posible obtener “relación de primera” entre el gobierno de Veracruz y la federación.
Una “relación de primera” con el presidente, como la que presume y alardea Fidel, no puede existir teniendo en sus narices el umbral del precipicio.
¿O usted qué opina?

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