martes, 12 de abril de 2011

AGUSTÍN ACOSTA LAGUNES.

BUENOS DÍAS VERACRUZ

David Varona Fuentes
Miércoles 13 de abril del 2011

Murió el hijo predilecto de Paso de Ovejas.
Toda una leyenda de la política veracruzana.
Yo recuerdo a don Agustín que llegó al gobierno de Veracruz; con la venia del entonces presidente José López Portillo.
Venía a suceder al que fuera el gobernador más extraordinario de los últimos cuarenta años: don Rafael Hernández Ochoa.
Don Agustín sin experiencia política alguna, se sacó la lotería con la gubernatura del estado.
Un hombre perfeccionista y de profesión economista.
Desconocía completamente la geografía política de la entidad; no entendía de acuerdos ni de alianzas entre los grupos políticos del estado.
Sólo sabía de números y de estadísticas; se rodeo de colaboradores inexpertos y sin arraigo.
Un gabinete frío e incoloro.
Tío Tín llamado así por sus cercanos incondicionales; sembró el terror con las bandas del crimen, dándole fuerza y poder a la triste y célebre Sonora Matancera de su primo el indio Felipe Lagunes Castillo.
Durante los tres primeros años, Acosta Lagunes no hizo una sola obra en todo el estado.
Todo el presupuesto de aquel entonces lo puso a sudar en los bancos; bajo la batuta de don Roberto Hernández ex propietario de Banamex.
Aquella época don Roberto sólo era un empleado de don Agustín, al grado que no llegaba ni siquiera a una tarjeta de crédito.
Dicen los enterados que los grandes intereses ganados de tres años del presupuesto estatal, sirvieron para lograr la compra de Banamex.
Fue un hombre áspero y déspota con la gente.
Con la prensa no tenía acercamiento alguno.
Para ese entonces éste reportero tenía en su poder el semanario “La Gazeta”. En una de esas tantas veces acudí al palacio de gobierno a una audiencia pública.
Recuerdo que en el número de esa semana hacía yo señalamientos muy duros en contra de gobernador y su Banda La Sonora Matancera.
Esa mañana cuando el gobernador Acosta me vio, de inmediato se dirigió a mí en forma altanera y me dijo:
“A ti te voy a mandar a matar”
Y yo le reviré… hay mira cómo tiemblo.
Ahí nos dijimos hasta la despedida; fueron tres largos años de críticas muy severas en contra de su administración.
Pero, como la política es de tiempos y de ritmos.
Como por arte de magia; poco a poco el gobernador me fue conociendo de cerca y así trabamos una gran amistad los tres años siguientes, quedando atrás, los agravios y los insultos.
Don Agustín me tomó confianza y me daba la oportunidad, de estar muy cerca de él en el vetusto palacio de gobierno.
Así empezaron los tres años de un gobierno que dejó huella por las grandes obras que dejó para los veracruzanos.
Desayuné, comí y cené muchas veces en su casa del fraccionamiento de las Ánimas.
Comía cosas raras, frutas, verduras nunca carne ni mariscos.
A las siete de la noche él se desconectaba y no regresaba a palacio de gobierno; se quedaba en casa a ver la telenovela “El hogar que yo robé”.
Era duro.
Al grado que el mismo se vio en la necesidad de quitar del escenario político al su primo Felipe Lagunes y su matancera, quien fuera masacrado en su casa por sus propios gatilleros.
El hombre fuerte, sin lugar a dudas fue el licenciado Ignacio Morales Lechuga quien durante tres años fuera su secretario de gobierno.
Con toda modestia puedo decirlo; me había convertido en su hombre de confianza del gobernador vinagrillo.
Estaba en el ojo del huracán.
Al grado… que un día por la mañana a temprana hora me requirió para estar presente en sus oficinas y me dijo:
“Mira maestro te voy a dar una misión imposible”
Adelante tú me ordenas.
“Bueno… se trata de lo siguiente, a ver cómo le haces y vas a decirle a Nacho que el señor gobernador le ha perdido la confianza”
Incómodo para mí, porque se trataba de darle una mala noticia a Nacho Morales, quien también me había dado todo su afecto y toda su confianza.
Maquiavélico y perverso sabía don Agustín que el mensajero era un dardo venenoso, para Morales Lechuga.
¿Qué paso?
¿Por qué ese cese fulminante?
Sencillo… las intrigas palaciegas y los chismes de Dante Delgado habían dado en el blanco.
Llegué hasta las oficinas de Nacho, lo esperé a que llegara.
Era una mañana fría; Morales Lechuga llegó ataviado con un abrigo negro.
Hola maestro ¿cómo estás?...
Nacho te traigo una mala noticia.
Viene de ahí.
Me dijo don Agustín que te dijera que el señor gobernador le había perdido la confianza al señor secretario de gobierno.
Nacho enmudeció y con rostro desencajado me dijo:
Qué hago...
Renúnciale y busca otra alternativa en el gobierno federal.
De don Agustín se pueden escribir tantas cosas, buenas y malas; fue un gobernador que vivió tres años de intenso poder, pues los tres primeros fueron de aprendizaje y de entender los recovecos de la política veracruzana.
Se despide a sus 81 años.
Y Fidel lo va extrañar… don Agus sabía mucho de la herencia maldita.
Descanse en paz.
¿O usted qué opina?

davidvaronaf@hotmail.com

BUENOS DÍAS VERACRUZ –en vivo-


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