Javier Duarte cae en la trampa.
Mordió el polvo ante preguntas incómodas de universitarios, y terminó molesto, iracundo, incontrolable.
Para que Duarte explotara, sólo bastó que los estudiantes de la Facultad de Economía de la Universidad Veracruzana de la ciudad de Xalapa, cuestionaran su activismo político fuera de su Distrito Electoral.
Palabras más, palabras menos, preguntaron a Duarte…
¿Si usted es representante popular por el Distrito de Córdoba, qué anda haciendo aquí por Xalapa, o por el norte, o por el sur del estado; porqué los demás compañeros diputados de su partido no hacen lo mismo?
Fue más que suficiente para el joven Javier Duarte Ochoa, se transformara y perdiera el control de sus actos, del momento y de las circunstancias.
Mal encarado, irritado, molesto, levantando una y otra vez su brazo derecho y empuñando la mano, gritaba…
-“Soy diputado federal, soy diputado federal, soy diputado federal, represento a la nación; puedo andar por Veracruz, por Sonora o por donde yo quiera”.
De pronto, todos los presentes a la conferencia del legislador federal, guardaron silencio.
Y no era para menos.
La conducta de Duarte, los agarró por sorpresa.
Hasta el Lobillo de la Universidad Veracruzana, Raúl Arias, presente en el evento, se incomodó por la inusitada reacción del aspirante a la candidatura del PRI al gobierno de Veracruz.
El rector de la UV, nunca esperó ni imaginó ese espectáculo. Su intención de llevar a Duarte a la Facultad de Economía de la Universidad Veracruzana, fue para que éste posara ante los reflectores y se luciera frente a la comunidad estudiantil hablando sobre diversos tópicos financieros, tanto de Veracruz como del país en su conjunto. Claro siempre criticando las políticas del gobierno federal.
El ex adorador de los Chiles Xalapeños, quiso congratularse ante Duarte pensando, seguramente, después ser retribuido, si es que al cordobés se le hace sentarse en palacio de gobierno.
Como otras tantas conferencias que le ha organizado, Arias Lobillo apostó a que todo sería miel sobre hojuelas durante la presencia de Duarte ante estudiantes de la carrera de economía en esta ciudad capital.
Creyó que tenía todo bajo control.
Se equivocó Lobillo.
Los universitarios increparon a su conferencista, y éste fácilmente mostró el cobre.
A cada pregunta “tendenciosa” de los estudiantes, Duarte contestó en el mismo tono de molestia.
Indudable que este martes, no fue día de éxito para el aspirante a la investidura priísta a la gubernatura del estado.
Acostumbrado a los aplausos, al chocholeo y barberismo de sus corifeos, Duarte sucumbió en su primera prueba de fuego.
Es posible que los cuestionamientos de los universitarios a su activismo político y a los gastos que generan, haya sido dirigido, preparado y manipulado por mentes perversas que inyectaron intereses partidistas.
Sin embargo, nada justifica que Duarte Ochoa haya perdido la ecuanimidad.
No debe pasarse por alto que Javier no es hechura de cualquier pendejete metido a político.
Duarte es un joven formado al revés y al derecho en la escuela política de Fidel Herrera, considerado todo un experimentado y zorro en el oficio político.
A estas alturas de su formación, el delfín a la gubernatura, debió asimilar ya que la política es el arte de tragar sapos sin hacer gestos.
Porque si en realidad conoce y aprendió de su maestro Herrera Beltrán, debe saber que Fidel es de esos extraños políticos que rara vez pierden el piso; es un apasionado de la política, pero no se apasiona en contestar a sus detractores, ni tampoco enloquece en las réplicas en sus debates públicos.
Para muchos, podría resultar preocupante lo ocurrido a Duarte en la Facultad de Economía de Xalapa.
El hecho que un minúsculo grupo de universitarios, tal vez influenciados por algún partido político, saquen de sus casillas a quien aspira conducir los destinos de Veracruz los próximos seis años, pone en evidencia que en aprendizaje político, falta mucho camino qué recorrer.
¿O usted qué opina?
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